Arias Cañete se está ganando a pulso que, el día que deje de ser ministro, las compañías low cost se lo rifen. Primero nos enseña a aprovechar al máximo los yogures, que aunque estén caducados y tengan un sabor asqueroso, al menos, no sientan mal; y ahora nos enseña las ventajas de darse una ducha de agua fría, que son bastantes.
Cuando empecé primero de Bachillerato, cogí la afición de ducharme todas las mañanas a las 7 con agua fría, para ir espabilada a clase. No solo ahorraba en butano, sino también en litros, porque bajo el agua fría estaba tres minutos y bajo la caliente, media hora. No necesitaba tomarme un café para desayunar, yo creo que se debía a que con el agua fría se me estimulaba el organismo, me circulaba mejor la sangre y tenía mucha energía. Sin embargo, un día me dio por probar la caliente de nuevo y me sucedió lo mismo que al que lleva sin fumar un año y dice: “Bah, por uno no pasa nada”. Volví a recaer en el placer de estar media hora con el grifo encendido.
Ahora estoy volviendo a plantearme lo de volver a ducharme a lo Arias Cañete. Echando la vista atrás, creo que las veces que mejor me he sentido físicamente han sido tras darme un baño en las piscinas naturales del Jerte, con el agua congelada, sin poder parar de nadar. Salía siempre mareada, con la tensión por los suelos, adormilada, pero en cuanto me reponía, estaba como si me hubieran dado un masaje de esos en los que te crujen todos los huesos y se te queda la espalda relajada.
También el agua fría me ha salvado de resacas inhumanas, pues no hay nada mejor después de una noche de botellón que llegar a casa y darse una buena ducha de agua helada. Lo peor es que te la tengan que dar. A mí me ha sucedido un par de veces e, imagínense si es buena el agua fría, que no tengo recuerdos de esas noches hasta ese momento en el que me vuelve la sangre a la cabeza y me veo sentada en la bañera tiritando congelada, pero al menos con conocimiento.
Aunque lo mejor del agua fría es, sin duda, la facilidad que tiene para serenar los imprudentes calentones sexuales. ¿Pues a quién no le han dejado nunca a medias o a quién no le ha surgido algún imprevisto de esos que te dejan con dolores en tus partes sensibles?
Por todas estas razones, y porque Arias Cañete tiene pinta de saber lo que dice, mañana no encenderé el calentador. Eso sí, la estufa la pongo a tope, que no me apetece ahorrar en butano lo que tenga que gastarme en medicinas.