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José Trejo

Un extremeño en el Ártico

Qué fácil parece todo cuando se ve… Hacia Lindenow

Los bloques de hielo colgantes o seracs nos cortan el paso más seguro, nos vamos apartando de la posible caída de esas grandes moles, obligándonos a entrar por la zona de grietas. Foto de Jorge/

Al caer la noche, después de cenar, nos dedicamos a escudriñar las curvas de nivel del mapa iluminado por nuestros frontales y con el dedo describiríamos lo que podría ser la mejor ruta.

A la mañana siguiente, el plan sería seguir por un antiguo trazado en color negro marcado en el papel, hasta subir al segundo plató, para luego desviarnos del mismo, ya que nuestra intención era ir en la dirección opuesta. Nos adentrábamos en un terreno totalmente desconocido y oculto por nieve recién caída. Todo parecía “fácil” al ver el impresionante paisaje, pero sabíamos que no sería así. El lugar no regala nada si no es a cambio de algo, y lo comprobaríamos  en poco tiempo.

Desayuno, leche y café en polvo, avena, pan wasa y galletas con mermelada, simple pero efectivo.

Desayuno: leche y café en polvo, avena, pan wasa y galletas con mermelada, simple pero efectivo.

 

Aunque sabemos que viene una borrasca, hoy aprovecharemos al máximo el esplendido día.

Aunque sabemos que viene una borrasca, hoy aprovecharemos al máximo el esplendido día.

 

Jorge atraviesa un pequeño manto de nieve nueva en el plató, lleva una sonda de avalanchas para ir palpando el suelo en búsqueda de las temidas grietas ocultas. Poco a poco nos vamos desviando del antiguo trazado en color negro (significado del color como peligroso) del mapa para ir más al Este.

Jorge atraviesa un pequeño manto de nieve nueva en el plató, lleva una sonda de avalanchas para ir palpando el suelo en búsqueda de las temidas grietas ocultas.
Poco a poco, nos vamos desviando del antiguo trazado en color negro (significado del color como peligroso) del mapa para ir más al Este.

QUÉ FÁCIL PARECE TODO EN UN DÍA SOLEADO

Amanece  un día esplendido, el Sol luce y se refleja, una brisa helada nos da de lleno en la cara, hay que taparse mientras seguimos ahora vinculados a través de la cuerda de seguridad. El progreso es suave, Jorge va delante tanteando el suelo con la sonda cada pocos pasos. Además de grabar la ruta en nuestros gps, dejamos un rastro de nuestras pisadas a posta.

El causante del viento helado es una densa niebla, que nos está ocultando el impresionante paisaje repleto de las montañas flotantes o nunataks, llamadas así por los antiguos esquimales.

Aquí veréis las vistas del primer plató

 

La heladora niebla se acerca pasando por encima, en poco nos adentraremos en una nueva zona de grietas.

La heladora niebla se acerca pasando por encima, en poco nos adentraremos en una nueva zona de grietas.

EMPIEZA LA RUMBA…

¡Y de qué modo! mientras vamos avanzando en un pedazo de día soleado, podemos ver desde lejos el posible paso por el que iremos, aunque la pendiente aparenta ser no muy inclinada, las grietas están ahí, ocultas en el manto nevoso.

La nieve nueva es fácil distinguirla por el color más brillante y limpio, aun no está compactada, siendo la que nos puede meter en líos, ya que hace de falso tapón a la hora de pisar.

Los peligros objetivos se cambian por peligros subjetivos e incertidumbre, sobre todo para el que va delante palpando con la sonda.

Lo mejor es ir turnándose, para compartir el riesgo al andar en un lugar así. Había que llevar la cabeza muy fría y en alerta total, lo que conllevaba más desgaste mental.

Nos encontrábamos haciendo zigzags mientras andábamos por un terreno parecido a un ¡campo de minas! no sabíamos cuándo podía colapsar el suelo.

Andamos en silencio, con la vista clavada tratando de diferenciar los tonos más blanquecinos del suelo. Es hora de hacer un nuevo zigzag y a la vez de recoger un poco de cuerda con una mano,  procurando que siguiera en tensión entre los dos, en la otra mano, sujetando fuertemente un piolet preparado para frenar una posible caída del otro. AQUÍ UN EJEMPLO: CÓMO FRENAR UNA CAIDA EN GRIETA

De vez en cuando mirábamos de reojo las bocas abiertas en el hielo, eran negras, oscurecidas por la gran profundidad, tratábamos de evitar su cercanía pero cada vez nos adentrábamos donde no había ni un metro cuadrado seguro en la superficie.

 

Los bloques de hielo colgantes o seracs nos cortan el paso más seguro, nos vamos apartando de la posible caída de esas grandes moles, obligándonos a entrar por la zona de grietas. Foto de Jorge

Los bloques de hielo colgantes o seracs nos cortan el paso que aparenta más seguro. Nos vamos apartando de la posible caída de esas grandes moles, obligándonos a entrar por la zona de grietas. Foto de Jorge

No sé si será lo mejor, comentamos, pero no nos va a avisar si un tempano de tres plantas de altura decide deslizarse por la empinada pendiente de unos 500 metros de altura…

ANDANDO ENCIMA DE CÚPULAS DE CATEDRALES

Después de un rato de zigzagueo en tensión total, encontramos una “isla” de unos 6 metros cuadrados de superficie segura, rodeada de un mar de infames grietas. Paramos a comer algo y marcar el lugar en el gps, por si no nos quedara otra de pasar la noche allí.

De nuevo, intercambiábamos la sonda y esta vez después de unos pocos pasos tuvimos que reandar nuestras tenues pisadas para encontrar la “isla” otra vez, llevábamos algo más de cuatro horas de aquí para allá avanzando algunos metros. Había que arriesgar un poco más si no queríamos pasar la noche en esa pesadilla, apretamos los dientes y cruzamos el primer puente de hielo “fino”,  otro y otro… ufff, -¡recoge cuerda Jorge! le decía, estábamos demasiado flojos de cuerda, si alguno se cae nos podemos estampar en el fondo de estas grietas.

Debido a la tensión de andar allí, se nos atragantó hasta la única barrita de cereales que comimos en tooodo el día.

¡Qué gracia! –Este lugar no nos regala nada, decía Jorge. -¿A ver? ¿Y si tiramos un poco más a la izquierda? esa fue mi ocurrente pregunta afirmativa. –¡!Vale!! Dijo. Y nos metimos sin darnos cuenta en un lugar terrible.

A través de algunos huecos que no tapaba la nieve, pudimos ver la exagerada profundidad de 30 ó 40 ó 50 metros, cascadas de agua helada caían en escalones, aristas afiladas abajo, estalactitas colgantes y enormes bloques desprendidos de hielo apoyados en enormes paredes de azul cobalto. Un mundo frío e inerte nos esperaba.

Pero lo más preocupante era lo que estaba bajo nuestros pies. Una fina capa de unos 30 centímetros hacía de techo en aquellas grietas, a veces cubría casi la misma superficie que la cuerda desplegada que nos vinculaba a los dos.

Estaban dispuestas como a contrapelo, lo que hacía que en nuestra dirección de marcha no nos percatásemos del peligro de estar sobre esas cúpulas, ya que lo que tratábamos era de ascender por allí. Así estuvimos otra angustiosa larga hora, hasta que decidimos volver sobre nuestros pasos de nuevo y entender su orografía.

¡Mi cara lo dice todo! alivio al salir de las enormes cúpulas, aunque sigue habiendo dificultades, estas no son comparables. Por cierto… no tengo fotos de ese temido lugar por razones obvias, no quiero tener más pesadillas jejeje. Foto de Jorge

¡Mi cara lo dice todo! alivio al salir de las enormes cúpulas, aunque sigue habiendo dificultades, estas no son comparables. Por cierto… no tengo fotos de ese temido lugar por razones obvias, no quiero tener más pesadillas jejeje. Foto de Jorge

 

Detalle de una larga grieta y los “famosos” falsos tapones. Encontrado un paso más seguro, solo era cuestión hacer ahora largos zigzags. Foto de Jorge

Detalle de una larga grieta y los “famosos” falsos tapones. Encontrado un paso más seguro al fin, solo era cuestión hacer largos zigzags. Foto de Jorge

Nos había llevado algo más de seis horas remontar un desnivel de 300 metros y plantarnos casi a 1400 metros ¡estábamos en el casquete polar! ¡Bien!

El color de la superficie se hizo más homogéneo, no distinguíamos tan fácilmente la nieve “fresca” debido al ángulo del Sol de la tarde.

Más pendientes de buscar un lugar protegido del viento catabático, decidimos acampar en el lado Este del valle helado al pie de otro nunatak, fijando la vista en un enorme bloque hundido en un gran cráter de hielo.

Caminábamos ya más relajados, contemplando el magnífico paisaje alrededor de nosotros, dejamos atrás la montaña con el puntiagudo centinela en la cima. Y zassssss, de repente sin darme cuenta caí en una grieta quedándome las piernas completamente en el aire. ¡Jorge!!  ¡Pillamé!!! Le grité.

Cuando le volví a mirar, estaba tirado sobre el piolet clavándolo en la nieve compacta, así me paró para no ser engullido por la grieta, quedándome totalmente atorado.

La suerte estaba a nuestro favor, Jorge me había parado para que no me tragara aquel agujero. Tensó la cuerda y con un poco de trabajo pude salir, el hecho de llevar doble mochila ayudó también para quedarme atorado, aunque apenas me podía mover por el peso y por todos los cachivaches que se suelen llevar en la progresión de un glaciar, se resolvió con alguna sonrisa nerviosa…jejeje.

Nuevo campamento instalado al pie del cráter de hielo.

Nuevo campamento instalado al pie del cráter de hielo.

 

Antes que oscurezca nos dimos un pateo sin lastre hasta el collado Este, estamos ya en la vertiente del fiordo de Lindenow. Foto de Jorge

Antes que oscureciera nos dimos un pateo sin lastre hasta el collado Este, estabámos ya en la vertiente del fiordo de Lindenow. Foto de Jorge

 

¡Impresionantes vistas! Ha merecido la pena subir a pesar de la mala visibilidad por la densa niebla. Foto de Jorge

¡Impresionantes vistas! Ha merecido la pena subir a pesar de la mala visibilidad por la densa niebla. Foto de Jorge

 

Otra rica cena de liofilizados con alguna chuchería más, otro día intenso pero contentos.

Otra rica cena de liofilizados con alguna chuchería más. Dejamos encendido el hornillo de gas para estar más cómodos y de vuelta a estudiar el mapa como pasatiempos, día intenso pero contentos.

El único pensamiento o más bien deseo era tener un día más de visibilidad, ya que al ver la “meteo” que nos daba el deLorme, la cosa no pintaba nada bien. Esa misma noche la niebla se apoderó del suelo y era tan espesa como fantasmagórica.

A ver qué aventuras tendremos mañana…Reflexionamos.

Continuará……………………………………………………

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Sobre el autor

De espíritu inquieto, busco retos para no ahogarme en lo cotidiano. Mis dos pasiones son los deportes de aventura y los entornos naturales inhóspitos


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