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José Trejo

Un extremeño en el Ártico

Prins Christian Sund, explorando un fiordo pintoresco, 1º parte

A nuestra espalda la gran pared de Torssukatak. Un trofeo para los escaladores más aventureros. La escalada comienza desde una embarcación que debe acercarse a la pared./

Como decía el escritor del “Libro de la jungla” Rudyard Kipling, solamente hay dos tipos de personas, las que salen a viajar y los que ven la vida pasar bajo la ventana.

Todos los años me pasa igual, necesito salir corriendo para desintoxicarme de la rutina y volver a esos lugares inhóspitos y solitarios llenos de retos e incertidumbre. Según Sebastián álvaro, la única manera de robar tiempo a la muerte es con aventura. Igual pasa al explorar lugares remotos, el tiempo se congela.


Hace tiempo coloqué en las paredes del salón de la casa de Nanortalik las cartas náuticas de la zona. A modo de pantalla de televisión me quedaba embelesado mirando siempre la misma carta, es la que abarca el cabo de Farewell y la desconocida costa Sureste de Groenlandia. Trataba de retener en la memoria cada trazo, cada forma y cada nombre, y así, conseguía imaginar cómo podrían ser en realidad esos lugares solitarios y tan difíciles de acceder.

Como digo, siempre hay lugares que explorar allá en el extremo sur. A diferencia de los cazadores locales que salen a buscar sus presas a nuevas zonas de caza o pesca, nosotros lo hacemos por el placer de conocer, buscar nuevos lugares y ver qué posibilidades ofrecen. Estudiar la orografía y dibujar con el dedo una nueva travesía para alcanzar  ese lugar escondido entre las curvas de nivel del mapa, un lago glaciar, un valle entre montañas…

Llevábamos tiempo queriendo navegar a la costa Este, y unas cuantas veces las condiciones del mar nos rechazó.

El fiordo de Prins Christian Sund es una de esas joyas que uno quiere tener. Reúne todas las características para que sea denominado extremo y grandioso. Será por sus abruptas montañas de 1200 metros que se sumergen más de 400  hasta el fondo del fiordo, o por sus nueve espectaculares frentes glaciares. Pero claro, este fiordo no se deja  observar fácilmente. Las grandes masas de hielo procedentes de la costa Este lo bloquean por completo durante diez meses y medio al año, haciendo imposible navegar en él, también hay que tener en cuenta el viento, ya que es una de las zonas donde puede ser catastrófico si te pilla en medio.

Formato Beta del mapa del Sur de Groenlandia. Se puede ver el trazo en color rojo de la travesía que hicimos al lejano fiordo de la costa Este.

También este lugar nos atrae porque en él, justo al borde la costa Este, está la estación meteorológica llamada “Bluie East one” en la zona denominada Torgisbu. Esta estación construida durante la segunda Guerra Mundial por los americanos, que ahora funciona de forma automática, es la encargada de orientar las aeronaves en su tránsito a Norteamérica, ya que también es una estación de radio vital para esos aviones y para cualquier embarcación que surque la zona.

Pero…¿por qué nos atrae tanto esta estación? La respuesta es por las historias que nos cuenta Jorgen después de cenar. Nuestro amigo y compañero vivió en ese lugar varios años ¡hasta doce! en periodos de 14 meses ininterrumpidos. Solían ser seis trabajadores la que mantenían aquella remota e incomunicada instalación. En este lugar según nos relata Jorgen, vivían en completa soledad aislados del mundo, en condiciones extremísimas durante los largos y oscuros inviernos. Vivían con seis perros y armados hasta los dientes por el temor del acecho del oso polar. A primeros de la temporada, eran los primeros en avistar los osos polares. Cada vez que alguien salía de los edificios tenía que mirar a los lados, debiendo llevar un rifle consigo y la compañía de unos de sus perros.

El puente colgante de la salvación

Un largo y estrecho puente colgante conecta la estación de radio con la plataforma de aterrizaje de helicópteros y uno de los generadores de electricidad de la pista. Este puente cruza un profundo y estrecho valle de unos cuarenta metros de profundidad. Este puente de entramado de cables de acero facilitaba mucho la vida a los habitantes de la estación, no solo porque acortaba la distancia y evitaba hacer una ardua y peligrosa bajada y subida sobre la dura nieve hasta la estación, sino también, porque su alta pasarela les protegía de no salir literalmente volando por los aires debido al (Pitteraq), viento catabático helado del Nordeste, famoso por su gran ferocidad.

No fueron pocas las ocasiones en las que alguno de los trabajadores de aquel complejo, tuvo que salir corriendo para alcanzar la seguridad del puente, al verse sorprendido por algún oso hambriento. El estrecho puente facilitaba la seguridad, porque ningún oso se atrevía a cruzarlo por lo aéreo que es.


Llegó el día

Pero volvamos a la historia original.

Llevábamos tres años queriendo ir a explorar el bello fiordo, y después de hablar con JJ volví a tantear a Ramón la posibilidad de ir de “aventurillas”. Como siempre, Ramón acostumbraba a hacer una visita a los “náufragos” del sur durante la temporada. Este cariñoso mote nos lo ganamos JJ y un servidor por nuestra lejanía con la compañía y por alguna que otra aventurilla ocurrida en los fiordos del Sur.

-Ramón, tenemos un par de días más relajados, podemos intentar ir al Este, este año está estable la zona.

Esa fue mi propuesta.

-Bueno, ¡vale pero con cuidado eh! ¿Tenéis todo en orden para iros? Yo vuelo a Qaqortoq en un par de días.

Dijo Ramón.

-¿Porque no nos acompañas? segurísimo que te quieres venir, eh.

Así le tiré el trapo…A decir verdad, siempre que ha podido, ha venido a ver nuevas zonas que le hemos propuesto.

El sí afirmativo de Ramón llegó a oídos de Miriam y Jorge que rápidamente me llamaron para preguntar si podían acompañarnos.

-Por supuesto que sí, veniros, JJ pasará de regreso por Alliutsup Paa y os recoge.

Les dije.


Solamente íbamos a dedicar un par de días, uno de exploración y el otro como margen en caso de haber algún imprevisto. Allá donde queríamos ir no habría nadie para ayudarnos. En el Avannaq (barco) iríamos al final: Miriam, Jorge, Ramón, JJ y yo.

El sorprendente clima de a mediados de agosto invitaba a navegar. Sol, mucho sol y ni gota de viento. Con tan solo un pequeño equipo de acampada, sacos de dormir, comida para al menos tres días, algunos equipos satélite de comunicación y un par de armas, saltamos rápidamente al barco muy temprano, queríamos intentar llegar hasta la estación de radio antes de que nos pillara los vientos térmicos de mediodía por mar abierto.

Aparece desde lejos detrás de unos pequeños islotes dos torres de hielo al despejarse la persistente niebla del cabo de Farewell, en un mar frío y denso. Es un iceberg procedente de los glaciares de la costa que tratamos de alcanzar.

 

En las mañanas sin viento se puede ver un perfecto reflejo de las montañas de los fiordos. Navegamos a través de los estrechos canales de Igdlukasik para evitar el mar abierto. Estos canales son el único salvamento para las embarcaciones pequeñas cuando hay mar gruesa, y lo sabemos muy bien, ya nos ha librado en alguna ocasión.

Al dejar el abrigo de los canales e islotes, nos encontramos en la zona más expuesta de la travesía. En esta costa del sur de Groenlandia chocan dos mares, el mar del Labrador con el Océano Atlántico Norte, provocando inestabilidad casi constante, por este efecto, no suele haber muchas oportunidades para poder llegar hasta la parte más al Este de la isla.

Estas aguas apenas han sido cartografiadas, y las cartas náuticas existentes aparecen escasas sondas batimétricas que datan de tiempos muy antiguos. Delante de nosotros aflora un escollo en medio del canal, es de los pocos escollos que marca la carta náutica en el área. El indicador de tierra firme que vemos nos avisa de este peligro.

 

Mientras avanzamos nos quedamos embelesados por el paisaje que hay en los alrededores.

El deslumbrante Sol aparece detrás de la niebla de la mañana, poco a poco, vemos como desaparece la humedad por su intensidad. Ante nosotros, como siempre, hay un paisaje puro y espectacular, nos sentimos como si formáramos parte de una postal.

A nuestra proa acaba de emerger una ballena jorobada, es de los cetáceos más comunes en estas aguas. 

Salimos de los canales de Illukasik Igdlukasik, (topónimos de diferentes mapas, el primero en auténtico idioma groenlandés y el segundo, como lo interpretaron los daneses antiguamente. En los mapas actuales los topónimos vienen en groenlandés).

Después de un pequeño tramo “calmado” de mar abierto, Ramón apuntó con el dedo una dirección en tierra. Indicaba hacia la granja vikinga de Herjolfsnes , la primera de la historia de la colonización de Groenlandia, en la actualidad  se llama Ikigait por la comunidad inuit que se asentó en estas tierras.

Nos encontramos a tan sólo a 1,9 millas (3 kilómetros) de la aldea de Narsamijit o Narsaq Kujalleq el antiguo Frederiksdal donde viven tan solo 66 habitantes. Es la aldea más al sur de Groenlandia, emplazada en una pequeña bahía, viven en sus multicolores casas de madera al abrigo de las intensas tempestades.

Detalles de la travesía. Marcado en azul, se puede ver el área donde el año 2019 encalló y estuvo a punto de hundirse el superyate “Ice Angel”.

Después de varios años hemos podido parar en el pequeño poblado de Narsaq Kujalleq antiguo Frederiksdal.

 

Foto en un lugar muy especial, el cabo Thorvaldsen, es el punto de tierra firme más al sur de Groenlandia. Años atrás también habíamos circunnavegado la isla Eggers, el islote más al Sur, alcanzado así el peligroso cabo de Farewell. Explorando con el Maestro. Equipo de izquierda a derecha, JJ (Jens Jacob), Ramón Larramendi, Jorge, Miriam y un servidor.

 

Orografía aserrada y abrupta, así se caracteriza el fiordo de Torssukatak. Este fiordo carente de orillas, alcanza 400 metros de profundidad junto de la misma pared. Aquí hay paredes de más de 1500 metros de altura.

 

A nuestra espalda la gran pared de Torssukatak. Un trofeo de roca para los escaladores más aventureros con sus 1460 metros de altura. La escalada tiene que comenzar desde una embarcación para acceder a la pared. JJ va totalmente tapado, acostumbrado a hacer muchas horas sobre la zodiac con el viento de cara y el rugido de los potentes motores del Avannaq (nombre de nuestra zodiac).

 

La aldea de Aappilatoq. Hacemos una parada para comprar algunos alimentos y el último repostaje. Es el único lugar habitado, desde aquí, unas millas más allá, nos adentramos en terreno desconocido. Ahora es cuando comienza la aventura y la exploración de un fiordo que llevamos ansiando desde hace años.

Aappilatoq. Ubicada dentro del fiordo de Torssukatak, esta aldea casi incomunicada por tierra, también se encuentra inaccesible muchos meses al año por las duras condiciones del mar. Solo algunos aldeanos se atreven a cruzar el oculto y peligroso paso de montaña para llegar a la aldea más próxima llamada Tasiusaq, ubicada más al Oeste, en el fiordo de Tasermiut.

JJ y Jorge se encargan de repostar el depósito del Avannaq con 350 litros de gasolina especial para las aguas árticas, y otros 150 litros en depósitos extra que necesitaremos para volver. Desde este punto ya no hay nada habitado, nos quedan unas 60 millas de navegación para llegar a la estación meteorológica, en uno de los fiordos de mayor longitud de toda Groenlandia. Según nuestros cálculos de gasolina, podremos tener suficiente combustible para volver a esta aldea, en nuestra mente queda la idea de rascar algunas millas de autonomía para intentar quizás entrar en el Canal de Dinamarca, será el trofeo extra. Subir hacia el norte, eso nos indicará irrefutablemente que nos encontraremos en costa Este de Groenlandia ¡nuestra meta soñada!

Pero esto será en el próximo capítulo… Prins Christian Sund, la puerta de Groenlandia, 2º parte.


Gracias al apoyo y colaboración de:

Fuentes de información: Del museo de Nanortalik, periódicos originales sobre el hundimiento del buque Hans Heastof.

Gracias por la ayuda de mis amigos del museo de Nanortalik: Klaus Jakobsen, David christoffersen

Entrevistas:

Otto Frederiksen (recientemente fallecido) hijo de uno de los desaparecidos en el accidente naval.

Jorgen S. técnico de mantenimiento durante 12 años de instalaciones meteorológicas y radio en varias estaciones en Groenlandia,entre ellas, la de Bluie East One situada en el  fiordo de Prins Christian Sund.

Traducciones del Danés y groenlandés a inglés y español por Jens Jacob.

Más fuentes: wikipedia

@Tierras Polares_viajes y expediciones

Tasermiut South Greenland Expeditions


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Sobre el autor

De espíritu inquieto, busco retos para no ahogarme en lo cotidiano. Mis dos pasiones son los deportes de aventura y los entornos naturales inhóspitos


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