Llegué a Polonia en Semana Santa. Cracovia estaba vacío por la cuaresma. En este viaje tengo que rechazar ir a sitios e inevitablemente perderme cosas. Creo que una de ellas ha sido perderme esta festividad en una familia tradicional Polaca. Tiene que ser todo un acontecimiento.
Una vez en la capital, fui a visitar el campo de concentración de Ausbich en. En el que reviví los horrores del holocausto y visité las zonas mas importantes de la ciudad. Polonia es un país que ha sufrido mucho y tiene mucha historia en sus calles.
Algo que he aprendido en mi viaje, es que según el pasado de la mayoría de paises en los que he estado, su presente tiene una trayectoria opuesta en su influencia.
En el caso de Polonia tener un pasado soviético hace que el poder conservador y católica actual, tenga una fuerte presencia. Yo percibí que incluso algunas personas tenían cierto miedo por el sistema.
Salí una de las noches a una fiesta de viajeros que se celebraba en la ciudad, había muchos y fuimos cambiando de bares cada hora. El organizador era una de esas grandes personas que no dejaba que nadie se quedase en el camino. Yo me perdí unas tres veces comprando cosas y yendo a cenar y todas nos encontró y nos llevo al nuevo punto de encuentro. Que grandes experiencias son capaces de crear esta gente.
Terminé esta insuperable noche tomándome un vino con un chico californiano rubio de ojos azules que hablaba ingles como un negro y con el que no paraba de reírme. Era como una enciclopedia hablando de la ciudad. No me imagino mejor broché final para terminar de conocer esta bella ciudad.