Ayer fui al Mercadona de al lado de mi casa para cambiar unas patatas en mal estado. Si esto me hubiera ocurrido hace un par de años, debido a los irrisorios tres euros que suponen las molestias de tener que volver otra vez hasta el súper en cuestión, las hubiera tirado directamente a la basura. “Total… Por no ir” – hubiera pensado el menda imaginando la pereza de tener que salir exclusivamente para tan poca cosa. Pero llegaron peores tiempos, y en el Gran Hotel Casino de Extremadura, donde me gano la vida girando los cilindros de las Ruletas, las propinas no abundan últimamente. Si a ello le añadimos las consiguientes subidas en alimentación, Internet, luz, teléfonos móviles y gasolina, sumadas a los gastos habituales, uno se sorprende a sí mismo reflexionando que no está la cosa como para tirar el dinero.
Mientras volvía con la nueva bolsa de patatas, caminando para ahorrar gasolina, me dio por pensar que J. López Lago una vez más tenía razón. En su reportaje del lunes en HOY afirmaba que nuestra alimentación ha variado como consecuencia de la crisis. Que comemos menos y más barato. Que compramos más pollo y menos cerdo, y hemos dejado de adquirir platos pre-cocinados, snack, golosinas, dulces o alcohol. Algunos han dejado hasta el tabaco. No hay mal que por bien no venga, pensarán algunos. El propio profesor José Enrique Campillo, experto en nutrición, con el que coincidí en una de mis apariciones televisivas en ECOS, insiste en que no hay nada de malo en comer menos marisco y más sardina, ya que los nutrientes son similares. El problema es que yo iba mirando las patatas, y no podía dejar de pensar que como sigamos así dentro de poco comeremos patatas con carne en vez de carne con patatas. Ustedes ya me entienden.
Es curioso lo del profesor Campillo. Uno de sus libros, “Adelgaza” figura en el escaparate de la librería “UNIVERSITAS” junto al “Don de Loch Lomond” de un servidor, como si el eminente experto en nutrición me estuviera echando una bronca realmente merecida. El destino no está carente de cierta ironía. Mi querido amigo “El poeta” Ángel Manuel Gómez Espada, inmortalizó el momento en una foto que causó rechifla general entre mis amigos y conocidos a través de las redes sociales. Hoy quiero compartirla con todos ustedes, mis queridos y desocupados lectores, para que también se echen unas risas que nunca está de más.
Por mucho que Don José Enrique Campillo (con quien a pesar de haber coincidido en una sola ocasión guardo un respeto reverencial y gran afecto) insista en que lo saludable es más barato, yo me quedaré siempre con una de sus mejores frases: “Comer es la cosa más divertida que los humanos podemos hacer vestidos“. Y que ni el propio Campillo me haga bajar del burro, porque me divierte más comer marisco que sardina, chuletón de retinto que una pechuguita de pollo, y si nos ponemos prefiero beber Loch Lomond a Loch Castle. Esto tengo que discutirlo con Don José Enrique mientras nos divertimos vestidos. Lo dicho, más saludable pero menos divertido. Como diría mi amigo Manolo López: “Avé”.