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Diego Algaba Mansilla

MIGAS CANAS

DOMINGOS

 

Me gusta madrugar en domingo. La mañana se presenta suave, se muestra con tonos claros y un ligero frescor que roza el rostro y  muda el humor. El pensamiento se vuelve amable al  ralentizar el celebro y frenar el desasosiego de los ritmo trepidante en los días laborables. Donde antes trabajan ocho ahora lo hacen cuatro. No hay dinero dicen sentados en costosos sillones  de diseño, pero hoy es domingo y no quiero pensar en eso, ni en ellos.

Si un río nunca es el mismo, una ciudad tampoco,  más en domingo.  Salgo de casa y me sorprende   otro Badajoz. Calles vacía de personas y coches donde se respira sin sabor a  humo, sin ruidos. Un aire purificador, casi sanador que entra por una nariz  atascada de ciudad. Recorriendo las calles recorro la vida por senderos diferentes al resto de los días.  La calle parece una prolongación del salón de casa donde encuentro mi sillón en un banco, mis cuadros en el paisaje. Mi maceta en un árbol.

En domingo la ciudad se viste de gala cambiando los colores de calles llena de gente con trajes aburrido y camisas de cuadros estresantes por los tonos fluorescentes de deportistas: Los que  corren sin detener en los semáforos esos relojes sabios que lo miden todo; Los que van en bicicleta fuera del carril bici, por donde hay carril bici, una multitud como una serpiente gigante, multicolor. Ciclistas qué pedalean por carretera sin tráfico hasta llegar a  cualquier pueblo vacío de esos que ahora llaman vaciados; Los que van en bici de montaña y se meten por caminos  de campos sin  plástico, también sin jornaleros; Senderistas con pantalones de muchos bolsillos y mochilas llenas de frutos secos.

De vez en cuando desentona en la orquesta de la dulce melodía matinal  alguna nota perdida de reguetón que salen de coches nocturnos  oliendo exclusivamente a tabaco y alcohol, porque la droga blanca no huele, quizás vengan de buscar el amor porque todavía no saben  que  el amor llega cuando no se busca, cuando se busca se encuentra frustración.

Los madrugadores desayunan  sin prisa en los bares abiertos. Badajoz es la ciudad de los desayunos también en domingo.

Domingos  sin prisa. El periódico viene gordo, hay más tiempo para leer y entretenerse, en lugar de un sudoku vienen tres.

Para los madrugadores dejaron de ser tristes los domingos por la tarde.


diciembre 2019
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