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Coherencia y congruencia

 La coherencia exige mantener la relación estructural entre los diversos elementos que conforman todo proceso de pensamiento o de conducta.

La palabra coherencia es de la misma familia que ‘cohesión‘, que proviene del Indoeuropeo ‘ghais-‘ (adherir), de donde surge el verbo griego ‘airéo‘ (tomar, asir, elegir), y el latino ‘haereo‘ (estar unido, adherido). De la misma raíz deriva también el término latino ‘haerentia‘ (herencia), que significa ‘cosas vinculadas’ al conjunto familiar, las ‘pertenencias’. Por otra parte, el prefijo ‘co-’ indica que algo se une o actúa juntamente con otra cosa.

Por su parte, el término congruencia sale verbo latino ‘cóngruo’ (de ruo + g + cum, que significa, entre otras acepciones, concordar. Por tanto, lo congruente es lo que sirve para formar un conjunto homogéneo, cierta manera de pensar de cada uno o de un determinado grupo. Así decía Terencio: “Mulier mulieri magis congruit” (‘la mujer se entiende mejor con otra mujer’; algo semejante a ‘similis similem quaerit’ (‘cada cual busca a su igual’, conocido como principio de similitud).

Por todo ello, podemos decir que coherencia significa mantener la relación y la armonía en un conjunto de ‘cosas’ (materiales, pensamientos), y para eso hace falta tener las ideas claras, mediante un estudio crítico previo (análisis, comprensión, valoración y decisión). Dicho estudio crítico exige tomar decisiones distintas según los cambios que se produzcan en las cosas, en los intereses o en la información, según se rija uno por principios lógicos, éticos o lúdicos

No es nada difícil detectar en nuestra conducta infinitos casos de incoherencia, a pesar de que intentemos convencer al interlocutor o al ‘auditorio’ de todo lo contrario. Y no es siempre por interés de engañar sino porque a veces nos equivocamos, ya sea por desconocimiento de los conceptos o de los hechos, ya por ignorancia de las reglas de la Lógica.

La coherencia, por sí misma, no garantiza más que las leyesdel proceso. Por tanto, no implica la verdad ni la bondad de lo que se dice o hace. Sólo muestra que se ha seguido un camino sin fallos, al partir de un determinado principio o posición.

Un incendio devoró el santuario de la Virgen de la Barca

Un incendio devoró el santuario de la Virgen de la Barca

Veamos algunos ejemplos. Si se parte de que Dios existe, de que es bueno y todopoderoso, de que nada sucede sin su consentimiento, etc. entonces es coherente pensar que puede evitar que el rayo queme el santuario de la Virxe da Barca (Muxía. Costa da Morte). Es coherente para el que lo piensa, pero es falso de hecho, porque dicho santuario ha sido quemado por un rayo. Otro relámpago intentó hacer lo mismo con el brasileño Cristo de Corcovado. Pero, una de dos, o ese dios no es bueno, o no puede, o no se entera (ya sé que algún teólogo dibujará una sonrisa displicente por causa de mi ignorancia). Para el que sabe que los rayos sólo pueden ser orientados a tierra mediante el pararrayos, lo coherente es colocar dicho artilugio y, además, instalarlo bien. Para Franklin no es coherente rezarle al dios del rayo para que lo desvíe de la entrada de la chimenea de su casa. Y ésta es, además, la única coherencia razonable, es decir, comprensible por cualquier persona informada y ‘sana’, porque parte de la experiencia observable, comprendida y explicada, no del puro deseo o de la fe en el prodigio.

Es incoherente que el equipo redactor de la ley de interrupción del embarazo, diga que parte del principio de defensa del más débil, y permite después que sea eliminado un ‘nasciturus’ sano, por ser fruto de una violación, pero impide que se corte el proceso en caso de un feto malformado (inviable), con acefalia, por ejemplo. ¿Qué culpa tiene el resultante de la violación? ¿Es que es fruto del pecado y el otro del amor? No es coherente que se empeñe en mantener un feto enfermo o no deseado, y le importe un bledo el ‘natus’, que está ya viviendo, pero sin alimento, ni medicinas, ni familia… Este no interesa nada, y, sobre todo, si está lejos o habla una lengua muy rara.

La coherencia puede ser parcial (interna) y total (reglas comunes de pensar y de hacer ciencia). La primera, parte de un condicional: ‘Si esto es así, entonces las cosas son de este modo’. La segunda exige partir de axiomas y principios generales indiscutibles, o, al menos, irrefutables en ese momento: no se le pueden pedir peras al olmo. En el fondo se trata de dos formas de razonamiento.La coherencia individual o parcial sólo exige a cada uno no desviarse de ‘sus’ propios puntos de partida, basados en sus particulares valores y saberes. Mientras que la coherencia general (según la Lógica) exige pensar que los valores, principios y reglas que conforman cualquier proceso de análisis y valoración, ‘valen’ para todo el mundo libre y ‘sano’, o que, al menos, nadie puede refutarlos, razonablemente. Por ejemplo: “Todos los seres humanos carecen de alas”. Si esto es verdad, nadie puede afirmar que ha visto a un humano volando gracias a sus propias alas. Y si alguien lo hace, es evidente que necesita un alma caritativa que le pueda recomendar la visita a un psiquiatra de confianza

Hay quien prefiere hablar de coherencia y congruencia, y, a su vez, de incoherencia e incongruencia, en vez de hacerlo sólo de coherencia e incoherencia. Aplicando la palabra coherencia para lo universal, y congruencia para lo particular. Cuando decimos que somos coherentes, estamos asumiendo que queremos ajustarnos a lo alcanzado por la Historia de la Humanidad en relación con la Lógica (leyes generales del pensamiento), con la Ética (valores básicos universalmente aceptados) y con la Ciencia (conocimientos obtenidos según el método científico). Sin embargo, podemos ser congruentes sólo con ser fieles a lo “heredado” o “asumido” a lo largo de nuestra vida, e incluso cuando nuestras decisiones guardan solamente una cierta conformidad con nuestra forma de pensar en un determinado momento, independientemente de si coincide o no coincide con la Ciencia, la Ética o la Lógica. Por consiguiente, la congruencia se puede mover en un círculo reducido de hechos, argumentos o intereses. Pero no es excluyen las infinitas incoherencias e incongruencias.

Veamos ejemplos donde una decisión puede ser congruente, pero incoherente. Cuando un griego armaba un barco con velas para la guerra de Troya, era coherente porque sabía experimentalmente que el viento, si se mueve, puede poner el barco en movimiento al chocar con sus velas. Pero era incoherente el adivino Calcas cuando ‘pensaba’ que Artemisa accedería a poner el viento en movimiento si Agamenón sacrificaba en su honor a su hija Ifigenia, porque nadie sabía nada de la existencia de Artemisa, ni de sus poderes sobre el viento, ni de sus gustos por los sacrificios humanos. Sin embargo, tal pensamiento era congruente con las creencias de la época. Algo parecido sucede con el proyecto de ley Gallardón sobre la interrupción del embarazo. Es congruente con su ideología, porque acepta el misterio y no rechaza las falacias lógicas (absurdo).Este proyecto se basa en el siguiente principio: “Buscar la defensa del más débil”. Al margen el problema semántico de ‘vida’ y ‘debilidad’, no es coherente que un ‘nasciturus’ sano, pero producto de una violación, pueda ser eliminado, como si, casualmente, dejara de ser ‘el más débil’.

Por otra parte, la voluntad forzada (madre a la fuerza) nada importa para ‘este’ legislador (por eso legisla sobre lo que la embarazada puede o no puede hacer consigo misma). ¿Por qué elimina el fruto de la violación? ¿Cómo se puede justificar ese interés por la ‘dignidad’ de la posible vida ‘humana’ de un ‘nasciturus’, cuya madre lo es por mandato legal, demostrando al mismo tiempo una total despreocupación por la vida real de muchos niños ya nacidos? Se preocupan muchísimo por el ‘nasciturus’ (incluso antes de llegar a feto), y ‘pasan’ totalmente de la vida del ‘natus’ (niños tirados, abandonados, desnutridos, enfermos, etc.).Hablando en serio, todo es cuestión de concepto, ya que cigoto, por ejemplo, no es sinónimo de niño, y la vida de la mórula no es sinónimo de vida humana. Se trata de una infinita retahíla de incoherencias. Lo que sí parece coherente es que en la España religiosamente aconfesional, acudan los políticos a la catedral de Santiago, todos los veinticinco de Julio a rogarle al Apóstol que dé trabajo o que acabe con ETA, como hizo con otros en la batalla de Clavijo.

Si alguien parte del principio de que ‘Dios existe y es necesario para la felicidad humana, y, además, está convencido de que el blasfemo debe ser condenado a muerte’, será congruente cuando vote a favor de esa condena a un blasfemo. Pero será incoherente porque irá contra del principio que defiende la vida humana como el valor ético supremo. Tampoco es coherente que una persona sea condenada por los jueces que aplican las leyes hechas por el Parlamento (políticos), y después sea indultada por los políticos, ya que, una de dos, o la ley está mal hecha o el juez no sabe aplicarla, si es lo primero, deróguese, si es lo segundo, recúrrase la sentencia.

Por Juan Verde Asorey


 

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Sobre el autor

Desde la AFEx queremos que la actividad filosófica llegue no solamente a alumnos y profesores, sino también a la sociedad en general. La Filosofía es el instrumento intelectual que sirve para analizar y valorar los hechos humanos y las conductas. La Filosofía, como expresión crítica de la conciencia de su época, tiene que ejercer, sin dejar la ironía y el humor, la función del 'tábano' socrático para espabilar, despertar y espolear a la sociedad.


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