No sé si es necesario o no el aviso, pero la ‘entrada’ anterior en este blog, ‘¡Qué felicidad!, estaba escrita en clave irónica. Aunque torpemente, creo que se comprendía en casi todos sus términos. Y la referencia al texto de Jonathan Swift no era simplemente marginal o de ‘letraherido’, pues en su ‘Modesta proposición para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres y para el país’ la tesis central (un Himalaya del humor negro) es que los padres se coman a los hijos… para acabar con el hambre. Pura ironía, señoría.