¿Esta es la sociedad de la imagen? Posiblemente sí, pero también de la palabra… escrita, de la que queda constancia gráfica, aunque sea en ese limbo de complicada ubicación que es el ciberespacio. Descreo de los ‘apocalípticos’ que vaticinan el fin de la escritura, pero guardo muchas reservas sobre el ‘valor’ de algunos textos con los que empezamos a familiarizarnos. Las que siguen son nueve reflexiones urgentes en contra de la manipulación.
1. Me parece de perlas la ‘promoción’ de la escritura que caracteriza a las nuevas tecnologías (móviles, Internet, etcétera). ¡Cuántos jóvenes no hubieran escrito ni una línea más de las que estaban obligados a escribir en sus apuntes de estudios si no hubiera sido por los ‘sms’ o los foros de Internet!
2. Escribir mucho es una buena coartada para la comunicación (aunque se escriba para uno mismo, en último caso) pero no implica necesariamente un enriquecimiento de la literatura. Una cosa es hacer una ‘redacción’ y otra hacer literatura.
3. La buena literatura no se hace con buenos sentimientos, sino con talento. Francisco Umbral (sí, ya sé que ahora no es ‘políticamente correcto’ sacarle a relucir) conmueve con ‘Mortal y rosa’ no porque se le muriera su hijo con muy pocos años, sino porque es el fruto de un verdadero ‘escritor’, si puede decirse así. De ser verdad que la buena literatura se hace con buenos sentimientos, cualquier hecho ?la muerte de un familiar o de un amigo, por ejemplo? darían pie a obras maestras; sin embargo, no se multiplican como los panes y los peces ‘Las coplas a la muerte de mi padre’, de Jorge Manrique o la ‘Elegía’ de Miguel Hernández a la muerte de Ramón Sijé.
4. Las nuevas tecnologías ?sobre todo Internet? han contribuido a la proliferación de una prosa llamémosle ‘intimista’ que de otra forma es muy posible que no hubiera aflorado de esa forma tan natural. [Que cada uno se ponga a recordar el carácter de ciertas cosas que ha escrito en algunos blogs, foros, mensajes, y después que se pregunte si hubiera redactado esos textos con tinta y papel para meterlos en un sobre de Correos ponerle un sello y enviarlos, tal vez diariamente, a un destinatario concreto. Yo creo que todos sabemos la respuesta].
5. Eso que he denominado ‘intimismo’ ha contribuido también a familiarizarnos con textos menos formales, protocolarios, envarados, que los que podíamos encontrar en los medios llamémosles ‘tradicionales’. Así pues, los textos que brotan al calor de las nuevas tecnologías son, por lo general, menos formales, protocolarios y envarados; es decir, más ‘literarios’, pero no necesariamente más veraces. Y ahí es donde quiero llegar.
6. Parafraseando al personaje de Molière que desconocía que sólo se puede hablar en prosa o en verso, conviene distinguir entre ‘literatura’ y ‘periodismo’ o, si lo prefieren, para formularlo de una manera más amplia: entre ‘verdad’ y ‘mentira’ o entre ‘realidad’ y ‘ficción’.
7. Recorrer el ciberespacio le proporciona a uno gratas sorpresas porque se puede encontrar con verdaderas aportaciones al mundo de la literatura, que es lo mismo que decir al universo del espíritu, de las emociones. Pero recorrer el ciberespacio proporciona asimismo desagradables sorpresas cuando lo que se encuentra es un ‘producto’ contaminado, de contrabando: o sea, un material que se presenta como literatura, sin serlo, o lo que considero peor, que se presenta como Žperiodismo’ sin serlo.
8. Una incursión fortuita en un foro de Internet me permitió comprobar los disparates que quedaban ‘grabados’ para la historia a cuenta de una persona posiblemente ajena a toda esa inmundicia, de la que tal vez no tuviera idea alguna y por tanto no pudiera ni defenderse.
9. Así como en Derecho el procedimiento es en sí mismo una garantía para la justicia; en periodismo hay una serie de normas que no pueden soslayarse si se aspira a escribir sobre la verdad o la realidad, no sobre la ficción o las mentiras. Y no son tantas las normas; una de ellas ?y quizás la fundamental? es que no sirve el anonimato. Hay que saber quién es el emisor. Quién nos habla. ‘Informar’ desde el anonimato es, por principio, un ejercicio de ficción. Conviene no olvidar ese ‘aparentemente’ pequeño detalle que forma parte del ADN periodístico.