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…y se acabó el duelo

Cartagena y Melquíades eran  amigos, y aunque ninguno de los dos corría el riesgo de ser elegido Ciudadano Ejemplar, Melquíades andaba más escaso de papeletas para ese sorteo. Hace años, Melquíades empinó el codo y había «visto culebras», ?que es el emblema con el que Múñez distingue a los abonados al cinemascope personal del delírium trémens?. Bueno, pero eso fue hace años. Ahora Melquíades se ha regenerado y aquellos tropiezos son ya cosa del ayer.

Cartagena, en cambio, no se ha permitido tantos excesos, pero ¡oh paradojas!, la enfermedad le ha golpeado de forma aviesa y tiene que echarle un pulso, sin perderle la cara, a un tumor de malas intenciones. A diario sabe lo que se juega.

Pero como dice Rubén Blades, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, y anteayer Cartagena se enteró de que su amigo Melquíades, tan rehabilitado y tan lozano, ha dejado de asistir a sesiones personales de cinemascope e incluso de ‘Salsa Rosa’. En fin, que como se dice vulgarmente, ha doblado la servilleta.

Durante el duelo, acaso golpeada por la incertidumbre y el sinsentido de toda muerte,   a la viuda de Melquíades sólo le dio por repetir, como una muletilla:

?Pero ¿por qué Melquíades? Si se hubiera muerto Cartagena, con lo que tiene… Así una y otra vez: «Si se hubiera muerto Cartagena, en vez de Melquíades». Incluso sin levantar los ojos ante cualquiera de quienes acudían al velatorio para ofrecerle consuelo, la viuda iniciaba su cantinela: «Si se hubiera muerto Cartagena… Si hubiera sido Cartagena…»

Hasta que llegó el propio Cartagena al velatorio. Al principio dudó de lo que estaba oyendo, pero al comprobar sin el menor resquicio de duda de que aquella letanía estaba inspirada en él, explotó y dirigiéndose a la viuda, lleno de ira, dijo: «¡Haberte muerto tú, so puta!». Y se acabó el duelo.

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Juan Domingo Fernández

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Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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