Uno de los espacios más singulares en los
que he cenado en mi vida es la sala principal del Museo Guggenheim de Bilbao,
en aquel momento reservada para una reunión empresarial a la que yo acudía como
invitado formando parte de un nutrido grupo de periodistas.
De aquella cena, servida por un
restaurante de primerísimo nivel, apenas ha sobrevivido el recuerdo de un
detalle: el susto de muerte que me llevé cuando en el silencio de la noche y
mientras fumaba un cigarrillo, se encendió con un fogonazo estruendoso una de
las ‘fumarolas’ decorativas del estanque que rodea al Guggenheim. Juro por lo
más sagrado que en aquel santiamén (con atentados terroristas cada dos por
tres) lo primero que pensé al oír el zumbido de la llamarada no fue
precisamente en una luz decorativa…
A lo que iba. Guardo el recuerdo del
lugar: un museo que he visitado en más ocasiones y que me cautiva por su
colección de arte contemporáneo norteamericano, además de por el edificio en
sí; pero no consigo acordarme, por ejemplo, de qué platos cené y que vino bebí.
Si dentro de un año el proyecto anunciado
por Javier Corominas, presidente de la Agencia Extremeña de la Vivienda, sale adelante y se construye una nueva barriada en los terrenos de la cantera
de Olleta, Cáceres habrá entrado en el selecto club de la arquitectura contemporánea
porque el urbanismo de esa zona será diseñado por un arquitecto de renombre
mundial: el portugués Alvaro Siza, director de la reconstrucción del Chiado
lisboeta tras el gran incendio y autor, entre otros, de la ahora polémica
remodelación del Paseo del Prado en Madrid.