La historia de las erratas y de los
errores en la prensa podría llenar un
Museo Universal de los Horrores, eso sí, entreverado de buen humor y comicidad,
porque yo creo que la mayoría de las erratas invitan más a la risa que al
llanto. Y aunque son millones las que salpican las hemerotecas, son muchas más
las que no llegan a sufrir esa condición bastarda porque una mirada atenta o
cuidadosa impide el batacazo de la equivocación.
Entre
los compañeros de HOY en Cáceres sacamos el otro día a relucir unas
pocas de esas ‘erratas nonatas’, varias de ellas de otros medios.
“El 40 por ciento de los niños extremeños
son obesos, según un estudio de la Junta”, fue el titular que salió publicado, pero porque
alguien se percató del disparate: «El 40 por ciento de los niños extremeños son
obsesos, según un estudio…»
La compañera que presentaba el acto de
entrega de premios al padre de Morientes, el futbolista internacional, se pasó
todos los ensayos diciendo: «…recoge el premio Segundo Marey, padre del
jugador…», en vez de Segundo Morientes.
La cronista novata de un partido de
fútbol oyó exclamar al cámara que grababa el encuentro: «¡Un gol de pizarra, un
gol de pizarra!» Y en la ficha que envió para que se editaran las imágenes hizo
constar: «… minuto 24, gol del jugador
Pizarra». El responsable de Deportes impidió el gazapo.
Hace pocos días una pequeña editorial hacía
pública una nota de prensa sobre una «trepidante e inquietante novela» de la
que, explicaba, «los primeros 10.000 ejemplares se han vendido en menos de un
mes». Y añadía la nota: «Adjunto les remito una hipnosis sobre la temática de
la obra». Parece evidente que el autor quería decir «una sipnosis», pero
expresado así, más que errata, la palabra
«hipnosis» redime al texto de su condición de prosa y lo eleva a poesía. Yo no
lo hubiera corregido.