Me he pasado media vida convencido de que
la gloria (terrenal) consistía en que tu efigie apareciera en los sellos de
correos o en las monedas de curso legal; quiero decir que apareciera antes de
muerto, porque a título póstumo, la cebada al rabo.
El caso es que me he visto sorprendido
recientemente por dos noticias que tienen que ver con la gloria del universo
postal y del dinero acuñado. En Argentina, el Banco Central acaba de emitir
2.000 monedas de plata dedicadas a Jorge Luis Borges como homenaje en el
vigésimo aniversario de su muerte. Y la otra noticia, de hace pocos días: ‘Los
Beatles aparecerán por primera vez en los sellos de correos británicos’.
Imagino que a los Beatles que viven aún la iniciativa les parecerá de perlas,
igual que a los herederos de los que ya no viven. Money, money, money.
¡Ah!, pero Borges… Poco después de morir,
su país ya le dedicó un sello y ahora el Banco Central Argentino le
‘inmortaliza’ con una moneda de plata. ¿Le habría complacido? No lo sé. Allá
sus exégetas. No obstante, algunos de sus versos previenen contra la memoria:
«Y en el confín la no gustada muerte.
Sólo esa piedra quiero. Sólo pido
Las dos abstractas fechas y el olvido.»
¿Era sincero Borges al solicitar que en
su lápida aparecieran nada más que las fechas de nacimiento y de la muerte
(«las dos abstractas fechas») antes del olvido? ¿O era más sincero cuando dijo:
«Yo creo que los periódicos se hacen para el olvido, mientras que los libros
son para la memoria». ¡Ah, perillán!
Dado
que trabajo en un periódico, no entraré en esa controversia, pero de momento ya
he advertido a la familia que «en el confín [de] la no gustada muerte»
descarten incinerarme y que en la lápida se esfuercen por no ser demasiados
escuetos… Mas que nada, por no darle ventajas a ese viejo tahúr que es el
olvido.