A finales de los años ochenta el grupo musical Héroes del Silencio actuó en Mérida. Por algún problema imprevisto, a mí me tocó cubrir la rueda de prensa en la que Enrique Bunbury, el líder del grupo, no paró de hablar. Dado que en aquella fecha yo no sabía mucho de Héroes del Silencio, en la rueda me limité a tomar notas, igual que si hubiera asistido a la conferencia de un personaje ajeno y remoto. Desde entonces sé lo importante que es conocer en profundidad al protagonista de la noticia y lo importante que ha sido (y sigue siendo) Enrique Bunbury. He recordado el episodio porque ayer leí en un periódico de difusión nacional que la familia del poeta Pedro Casariego acusa a Bunbury de copiar varias frases que aparecerán en su próximo disco, ‘Helville de Luxe‘; entre otras, el verso de Casariego ‘Soy el hombre delgado que no flaqueará jamás‘, que es, justamente, el título de una de las canciones del nuevo álbum de Bunbury. El asunto pone otra vez de actualidad el problema de los homenajes literarios, de la copia, del plagio y de la ‘intertextualidad’. Si como decía Eugenio D’Ors –y citó tantas veces Francisco Umbral– «todo lo que no es tradición, es plagio», yo creo que estas polémicas son enriquecedoras para la mayoría: para el presunto plagiado porque devuelve su obra a la actualidad; para el presunto plagiador, por evidentes razones promocionales, y para nosotros porque cualquier escaramuza inspirada en los creadores, es decir, en los dueños de la palabra, de la imaginación, resulta al fin más gratificante que engolfarse en el morbo del petardeo o en la banalidad pura y perecedera.