Primero fueron los hippies, luego los neorrurales y al medio aquel Paco Martínez Soria de ‘La ciudad no es para mí’, obra del insigne Lázaro Carreter. Aunque me parece que la dicotomía pueblo-ciudad se remonta a una época muy anterior, allá por los siglos en que surgió el feudalismo, yo no quiero hablar ahora que estreno esta ‘Ruta abierta’ ni de hippies, ni de neorrurales, ni siquiera de Martínez Soria. Yo de lo que quiero hablar es de nuestros pueblos. La primera vez que tuve conciencia de que era un privilegiado por haber nacido en un pueblecito en vez de en una gran ciudad fue al leer ‘Cien años de soledad’, pues enseguida comprendí que aquel universo prodigioso siempre lo disfrutaría mejor el lector familiarizado con la vida del villorrio que el procedente de una gran urbe, ajeno a ciertas ‘claves’ que sólo proporciona la convivencia prolongada y por eso mismo proclive a considerar anecdótico, pintoresco, lo que para el paisano forma parte de su cotidianidad. No siempre ha sido así. En esa biblia premonitoria del ruralismo que es ‘Alabanza de corte y menosprecio de aldea’, su autor Antonio Guevara, previene al lector del siglo XVI sobre algunos inconvenientes de los sitios pequeños: «…en el corto ámbito de la aldea el forastero es acechado, espiado, murmurado, detraído; en cambio en el maremagno ciudadano podemos pasar inadvertidos, indemnes». Toma pueblo. En Extremadura, donde tenemos una Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural, en vez de regalar ‘Cien años de soledad’ o algunos libros de Delibes, sin ir más lejos, se ha optado por poner en marcha la campaña ‘Somos rurales. A mucha honra’. De este modo, los vecinos de 32 poblaciones podrán grabar en un pequeño set de televisión su menosprecio de corte y su alabanza de aldea. El objetivo es arengar al personal o autoarengarse para «reforzar la autoestima y las señas de identidad del mundo rural». En una segunda fase, las opiniones y pequeñas entrevistas se difundirán a través de los medios de comunicación para mostrar el ámbito rural extremeño como «una alternativa válida al desarrollo». Sin complejos. Como me entere de que la carpa de ‘Somos rurales’ llega al pueblo en el que nací, allá que me iré para dar testimonio. Aunque no den libros.