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Espectáculo o muerte en la arena

No hace falta consultar el Cossío para saber que cada época tiene su toreo. En los tiempos oscuros de la posguerra era natural que triunfara un diestro enjuto y grave como Manolete, a quien la muerte temprana regaló, para rematar la estampa, la corona legendaria del mito.

En los años del desarrollismo, de las turistas suecas y del Seat 600 había que desprenderse de la seriedad del luto, de la contención autárquica y triunfó un torero como Manuel Benítez ‘El Cordobés’, a mitad de camino entre el gladiador de «o llevarás luto por mí» y el hombre espectáculo, con faenas aparatosas que aplaudían enfervorizados los españoles que ya empezaban a tener agua corriente, cocinas de gas butano y aparatos de televisión donde Matías Prats (padre) era un personaje omnipresente.

Atrás habían quedado los años del toreo moderno que inauguran Belmonte (el primero que identifica la lidia con un ejercicio de arte donde la quietud forma parte de la obra) y Joselito ‘El Gallo’.

‘El Cordobés’ fue para el toreo lo mismo que la Revolución Industrial para la economía. Un cambio de ciclo. El tránsito a otra sociedad. Después de él desaparecieron los espontáneos, los maletillas y esa mitología del héroe humilde que triunfa tras el hambre, las cornadas o después de haber recibido kilómetros de guantes sobre los cuadriláteros de boxeo. Todo aquello pasó.

Curro Romero y Rafael de Paula acabaron definitivamente con el mito del torero ‘gladiador’. Ahora lo que cuenta es el arte. O la aspiración al arte, mejor. Con un paso más allá: no sólo hay que saber torear y estarse quieto (en donde nadie se pone) sino demostrar que uno se viste de luces dispuesto a morir en la arena. Cuántos aficionados van a la plaza con la tenebrosa esperanza y el morboso temor de asistir a una fiesta y a un funeral.

Pero al ritmo en que se suceden los acontecimientos, me parece que ese toreo de ‘punto final’ está ya amortizado, cumplió su ciclo. En ese vagón hay demasiados viajeros. La pregunta ahora es ¿qué estilo se impondrá en tiempos de crisis? Si para cornadas, las de la vida diaria, yo creo que mejor que triunfe el bombero torero.

Y fuera penas.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


mayo 2009
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