Durante mi infancia había tres habilidades capaces de redimir a un niño de la vulgaridad: jugar bien al fútbol, cantar como Joselito y apuntar maneras toreras. Bueno, y una cuarta, más común: demostrar destreza en el uso del tirachinas. Cualquiera de esas cualidades eran un anticipo de éxito futuro. Sin necesidad de alcanzar el nivel […]