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Misterioso cadáver

Raro es el escritor joven que no tiene un cadáver en el armario. Quiero decir una de esas novelas negras o policiacas donde el misterio se convierte en red para atrapar el interés del lector. Algunas de esas ficciones no precisan de las truculencias de Jack el Destripador ni de las desasosegantes perversiones de Landrú o de Hannibal Lester. Les bastaría con recrear episodios de la historia española, prolija en ‘enterramientos’ discontinuos como demuestran los casos de Goya, Quevedo, Cervantes, Colón o el propio Lope de Vega, cuyos restos han seguido itinerarios bastante más laberínticos que el panorama económico actual.

La realidad, sin embargo, suele superar a la ficción. El corresponsal de este diario en Roma, Íñigo Domínguez, daba cuenta ayer mismo de un caso que tiene desconcertada a la policía italiana y que el resumió con este titular: ‘El misterio del esqueleto múltiple’.

Se trata de una historia propia de novela negra. Uno de esos argumentos con los que disfrutarían los inspectores de CSI, los detectives de Agatha Christie y hasta el mismo Sherlock Holmes.

En el verano de 2007, durante un incendio en un cañaveral cerca de Roma, los bomberos encuentran los restos de un cadáver cerca de donde se había asentado un campamento gitano. Junto al esqueleto aparecieron una bolsa con ropas, unas llaves y un documento personal. La Policía relacionó ese documento con un hombre de 77 años que había desaparecido cuatro años antes y concluyó que el caso estaba resuelto.

Para aumentar la tensión del relato, comprobaron que se trataba de Libero Ricci, «judío, jubilado y ex-empleado del Vaticano» y que las llaves aparecidas junto al cuerpo abrían la puerta de su casa. ¿Todo encajaba? Pues no, mi querido Watson. Los forenses comprobaron que el cuerpo no era de Libero Ricci y es más, «no era de una persona, sino de cinco», escribe Íñigo Domínguez. El esqueleto, al que solo le faltaban huesecillos de pies y manos, estaba compuesto por una especie de puzzle con piezas de ¡cinco cadáveres! Ni siquiera del mismo sexo, (tres mujeres y un hombre), ni de la misma fecha (habían fallecido en un periodo que va desde 1986 a 2006).

Con un muerto que es judío, que trabajó en el Vaticano y cuya desaparición constituyó un misterio durante años, da para especular narrativamente. Si a eso se le añade que el cadáver ‘recompuesto’ tras el incendio apareció en un cañaveral de las afueras de Roma, junto a un carril-bici, cerca del río Tíber y frecuentado por gitanos, la historia reúne todos los elementos para pergeñar un ‘best-seller’ con cuatro pinceladas.

Ahora solo falta que las televisiones se tiren a la carnaza del morbo policial y alimenten las especulaciones con encuestas y recogida de testimonios de todo quisque. De esa manera, al cabo de pocas semanas, la historia dará para escribir no un culebrón, sino toda una enciclopedia del misterio, y mientras los informativos nos machacan con el apocalipsis de Haití o los altibajos de la Bolsa, usted y yo podremos hacer una pausa en la sobremesa para convertirnos por un rato en discípulos de Grishon y elucubrar acerca de quién se oculta tras el caso del esqueleto múltiple. Y hasta podremos escribir un futuro superventas.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


febrero 2010
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