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Los pelos de Evo

Dice el presidente de Bolivia, Evo Morales, que «en Europa casi todos son calvos y es por las cosas que comen». No se ha extinguido aún el volcán de Islandia y llega Evo con las rebajas. Yo creía que de aquí a cien años, todos calvos y va a ser que no: «De aquí a 50 años todo el mundo será calvo», ha recortado el presidente de Bolivia, que atribuye también la homosexualidad a los productos transgénicos. Según alerta, «el pollo hormonado en granjas provoca desviación sexual».

A mí lo de la calvicie no me inquieta demasiado. Y mis abundantes canas, la verdad, tampoco me preocupan. Una de las alegrías que suelo llevarme cuando voy a cortarme el pelo es oírle decir al peluquero: «Eres el que mejor pelo tienes de todos tus hermanos». Así que por ahí, tranquilo.

Para la gente que peinamos canas, los calvos por antonomasia eran míster Proper, Kojak, Yul Brynner, el arbitro italiano Colina y el actor que anunciaba la Lotería de Navidad. Para los jóvenes, sin embargo, sobre todo después de que Ronaldo impusiera la moda de las tolas rasuradas, «un calvo» –o más en concreto, «hacer un calvo»–, es bajarse los pantalones y enseñar el trasero. Las cabezas rasuradas son ya tan habituales como lo eran antes los tupés, la raya, el flequillo o el pelo engominado. Simple moda.

Evo Morales hizo esas declaraciones en el transcurso de la I Conferencia Mundial de Pueblos sobre el Cambio Climático y la Madre Tierra que se celebra en el país andino. Lo digo para que se entienda el contexto, el auditorio a quien iba dirigido el mensaje, radicalmente contrario a los alimentos modificados genéticamente, es decir, a los transgénicos.

Hasta la fecha, por la cosa del cabello no me pilla la riada. Pero lo de los pollos hormonados es otro cantar. No porque uno abuse de tal alimento, sino porque la mayoría de los pollos que consumo son de granja, no como esos gallos bíblicos criados en corral igual que el que Sócrates debía a Esculapio. Quiero decir que a partir de ahora desde los muslos con los que soñaba Carpanta hasta los ‘chicken’ de las hamburguesas me van a parecer potenciales armas de carga hormonal femenina. Será dar un bocado y levantarme la camisa por si detecto variaciones en las tetillas. Cualquiera se alimenta con esa incertidumbre. Lo que no mata engorda, los pectorales.

Tiempo le han faltado a las asociaciones de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales para afearle las declaraciones al mandatario boliviano. Lo mismo que han hecho algunos colectivos ecologistas. Sin embargo, no creo que ande muy descaminado Evo Morales, tan orgulloso de su recia pelambrera. Descontando los excesos de tan singular teoría sobre la calvicie o las causas de la homosexualidad, en el fondo hace bien defendiendo los alimentos ecológicos, entre otras cosas porque la mayoría de ellos no tienen que comprarlos a los países que históricamente han abierto, como diría Eduardo Galeano, las venas a América Latina. Aunque ese es otro cantar.

Es difícil que a Evo Morales le propongan para doctor honoris causa en cualquier universidad iberoamericana, pero como mantenedor de fiestas públicas me parece que tendría un futuro impagable. Por el precio de un orador te llevas un humorista.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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