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Ya están aquí

Esta semana he leído en la prensa que Stephen Hawking, el famoso astrofísico británico autor de ‘Breve historia del tiempo’ y gran divulgador de las teorías de Einstein, cree que los extraterrestres pueden ser hostiles, por lo que nos recomienda ser cautos en los intentos de contactar con ellos ya que podrían llegar a la Tierra para buscar fuentes de recursos naturales y después coger las de Villadiego.

Yo tengo un respeto reverencial por la ciencia y más por este experto en ‘agujeros negros’ que ha sabido preservar su privilegiado cerebro de los estragos que causa en su cuerpo una cruel enfermedad, la esclerosis lateral amiotrófica. Quiero decir que al enterarme de sus prevenciones respecto a los extraterrestres me entró el mismo canguelo que atenaza a los defensas cuando se encuentran ante Messi y me dije: «Qué tontos somos, pero cómo no se me habrá ocurrido a mí esa idea».

Pasado el primer ‘deslumbramiento’ por la advertencia del genio, me tranquilicé y pensé, bueno, tampoco es para tanto. Llevamos miles de años sin el más mínimo rastro de extraterrestres, ¿por qué nos iba a tocar precisamente a nosotros la llegada de estos perversos colonizadores?

Di un paso más. La admiración por Hawking se iba apagando en mi interior. «¿Y si llegan a la Tierra, quién nos dice que no podríamos derrotarles?», me pregunté. Total que al cabo de unas horas estaba con la moral por los aires: «Vengan ratas, que aquí hay quien las mata».

Quizás porque toda felicidad es efímera o porque al cabo es una solemne tontería intentar competir con la lucidez de Hawking, el caso es que al poco tiempo volví a sentirme apesadumbrado con la perspectiva de los extraterrestres hostiles. Hasta que caí en la cuenta de que ni Hawking ni yo teníamos razón. Los extraterrestres existen y ya están entre nosotros.

El error es pensar en extraterrestres como si fueran cabezones tipo ‘ET’ o como los lagartos (y lagartas, con perdón) que salían en ‘V’, aquella serie televisiva de tanto éxito. Los verdaderos extraterrestres están entre nosotros, aunque hasta hace poco tiempo no hemos sido capaces de reconocerlos.

No es algo nuevo. Ha ocurrido más veces. ¿Qué españolito conocía anteayer lo que significaban nombres como el del banco Lehman Brothers, como el de la agencia de calificación Standar & Poor’s? ¿Alguien le habló alguna vez de Goldman Sachs antes de que se transformara de banco de inversión en banco comercial? ¿Le sonaba que la aseguradora American International Group (AIG), pagaba bonus multimillonarios a sus ejecutivos después de haber recibido más de 182.000 millones de dólares de fondos públicos de los Estados Unidos? ¿Cuándo empezaron a serle familiares los nombres de la eléctrica Enron, del inversor Georges Soros y sus ataques contra la libra esterlina o de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal?

Al calor de cada uno de esos ‘entes’ estoy seguro que se han criado camadas de extraterrestres hostiles multiplicados por la globalización. Pero si les rasca un poquito en la piel o en la cartera enseguida asoma su alma inconfundible de reptiles y saurios. Tengo que avisar a Stephen Hawking de mi hallazgo.

Juan Domingo Fernández

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Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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