La selección nacional de fútbol obra milagros. En el país donde el toro es el totem, aceptamos pulpo como animal de compañía. Al pulpo Paul, para ser precisos. A muchos jóvenes les suena a chino eso del Oráculo de Delfos, pero les hablas ahora del pulpo Paul y es como si nombraras a un amigo de toda la vida. Hasta la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, ha tenido que repetir ante las cámaras de televisión su propuesta para que la Unión Europea proteja al animalito ante el peligro alemán de que se lo zampen a la gallega. Y luego dicen que somos el país de la crispación…
Nada más acabar el partido que nos daba el pase a la final del Mundial algunos forofos se regodeaban con las expectativas de enfrentarnos a Holanda: «¡Este domingo cenamos tulipán! ¡Este domingo cenamos tulipán!». Y no salieron a relucir de milagro los Tercios de Flandes y el Gran Duque de Alba. Pero tiempo al tiempo. Me cuenta mi hijo que sus amigos están convencidos de que Naranjito se va a comer la ‘naranja mecánica’. Incluso sin pelar.
Ayer repasé algunos titulares de periódicos sobre la victoria de la selección que entrena Del Bosque. Aunque de forma casi general predominan los que subrayan los aspectos estrictamente deportivos de la cuestión, unos pocos dejan traslucir cuál es el color del cristal con que se mira. Por ejemplo, la crónica del corresponsal del periódico italiano ‘La Repubblica’ en Durban arranca con tintes culturales: «El Mundial será una lucha entre Van Gogh y Picasso». El francés ‘Le Parisien’ recurre a la metáfora: «España, solo a un paso del paraíso». Igual que ‘La Gazzeta dello Sport’: «España ¡Qué guapa!» (en castellano). Los diarios generalistas españoles van desde «La mejor España» de ‘El Mundo’ o ‘La mejor España, a la final» de ‘El País’, hasta «La mejor España toca la gloria» de ‘Abc’, «Chupinazo’, de ‘La Vanguardia’ o «España sí puede’, de ‘Público’. El toque más localista se percibe en algunos diarios donde se subraya el acento del Barça. Así, ‘Mundo Deportivo’ titula: «¡Puyolazo a la final!». Y casi de forma idéntica, ‘Sport’: «¡Puyolazo! Y finalistas». Yo creo que repasar la prensa nacional e internacional es un buen ejercicio de relajación tras el ‘suspense’ del encuentro con Alemania. En algunos casos produce, además, hilaridad. ¿De qué hablo? Por ejemplo, de esas ‘divertidas’ declaraciones de Iñaki Anasagasti, tan feliz en sus ‘provocaciones’ de la gran víspera: «Yo mañana, apoyaré a Alemania», que dijo el pasado martes antes de que los Del Bosque acabaran con una añeja superstición que acomplejaba a la selección de España.
Sin embargo, me parece que tratar de convertir un campeonato del Mundo en una especie de campo de honor donde librar batallas políticas es también un disparate. Lo bueno del deporte –en general– es que permite disolver las diferencias más acentuadas para que nos concentremos en lo que nos une y nos iguala. Que España haya llegado hasta esta fase es un éxito que nos blinda contra la maldición del pesimismo. Ya da igual que el domingo ganemos o perdamos contra Holanda. De hecho, llegar hasta aquí es un triunfo. Y quien no quiera percibirlo así, que se entretenga en consultar las predicciones del pulpo Paul o vaya comprándose una tarrina de tulipán.