Ciertos anuncios de la campaña electoral catalana no desentonarían en un festival de videoclips eróticos, tan salpicados de orgasmos y jadeos amatorios. Me parece que el personal piensa más que en la política, en lo de siempre. Yo creía que esos planteamientos habían caducado con las películas del ‘destape’, durante la transición, y que ahora se hilaba más fino. Que para inducir al voto serían preferibles reflexiones sutiles, argumentos de peso, consideraciones ideológicas… antes que un tránsito en videoclip hacia el consabido triquitraque.
Si hay campañas electorales concebidas de cintura para arriba, está claro que en la catalana los creativos han preferido de cintura para abajo. Seguramente ninguno de sus razonamientos pasará a las enciclopedias, pero a algunos potenciales votantes les alegrarán la pajarilla.
Tal vez tengan razón. Si han preferido recurrir al atractivo del sexo y no al de la mente es porque saben que el tema no se les va a muchos de la cabeza y para otros es el único que nunca falla. El universo de las televisiones está lleno de ejemplos diarios. Incluso la literatura. El Arcipreste de Hita en el ‘Libro del buen amor’ ya lo anticipaba: «Aristóteles dijo, y es cosa verdadera / que el hombre por dos cosas trabaja: la primera / por el sustentamiento y la segunda era / por el ayuntamiento con hembra placentera». No dijo nada de las campañas electorales, pero ya puestos…
Siguiendo a este Aristóteles ‘deconstruido’ deduzco que en Cataluña el «sustentamiento» preocupa menos que el «ayuntamiento con moza placentera», lo que desde el punto de vista socioeconómico supongo que debe interpretarse como un logro, hasta el punto de que los partidos prefieran utilizar anuncios con reclamos y visados sexuales y no de necesidades más acuciantes. ¿Pero es por optimismo o por pesimismo?
Considero que si la decisión de recurrir al ‘edredoning’ electoral se debe a que en Cataluña resulta superfluo apelar a reivindicaciones más prosaicas, me parece un acierto. A pesar de la crisis. Pero si la decisión se debe a que el electorado catalán no levanta la cabeza de sus preocupaciones salvo que le sacuda por la pechera un vídeo de insinuaciones sexuales, malo… Entonces es que les quieren dar la medicina dentro del caramelo. Como en todas partes. Y malo si en vez de las medicinas se fija la atención solo en el caramelo.
No quisiera caer en un falso puritanismo, pero ninguno de esos vídeos me parece porno, a pesar de las insinuaciones sexuales explícitas o subliminales. Lo que me parece pornográfico son muchas historias que ofrece la realidad diaria. Por ejemplo, la naturalidad con la que asumimos modelos públicos donde la banalidad, la intrascendencia o la falta de rigor imponen su ley. Desde la política a la educación, desde la moral a la economía, desde el ocio a los medios de comunicación.
No son eróticas, sino abiertamente pornográficas, imágenes como las de la mujer de Haití que yace desnuda en la calle junto a un hospital de Puerto Príncipe ante la indiferencia pavorosa de los supervivientes. Igual de pornográficas que las historias anónimas de ciudadanos a los que aún les preocupa más la cosa del «sustentamiento» que la del «ayuntamiento con hembra», placentera o no.