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Mérida cercana

Estoy en Cáceres y en menos de un segundo he viajado hasta Mérida. No he tomado ‘sustancias’ ni he perdido la cabeza soñando con el AVE. Es más sencillo. Acabo de abrir un cofre con un tesoro: el libro ‘Mérida cercana’ editado por la Fundación Caja de Badajoz, que reúne fotografías de Ceferino López, poemas de Antonio Gómez y dibujos del ilustrador Enrique Flores.

Es pronto para que los libros se batan en retirada, a pesar del desparpajo con que los acogotan las nuevas tecnologías. Yo creo que con libros como ‘Mérida cercana’ la Galaxia Gutenberg se atrinchera y ni rinde la plaza ni entrega las armas; con obras así la supervivencia de los libros está más que garantizada porque son talismanes que nos transportan a una realidad palpable, con aromas, textura y una familiaridad que habita ya el ADN de nuestra memoria. De niños y de mayores.

He visto muchos libros de ciudades. Desde los concebidos con vocación enciclopédica, repletos de datos e imágenes más o menos monumentales, más o menos de postal, hasta los que aspiran a quedar como guías turísticas para visitantes de ocasión. Comparar no viene al caso, pero este libro de Ceferino López, Antonio Gómez y Enrique Flores posiblemente marcará estilo a la hora de asediar desde tres miradas originales y complementarias la esencia de una ciudad.

¿Qué decir a estas alturas de las fotografías de Ceferino López? Sólo las panorámicas de ‘Mérida cercana’ le situarían –si no estuviera ya– en la historia de la fotografía contemporánea española. Ceferino muestra una ciudad que le es familiar, cotidiana, y al fotografiar sus ruinas, «despoja al vestigio de toda sacralidad, lo convierte en algo doméstico», como señala con perspicacia José Luis Mosquera Müller, cronista oficial de Mérida, en uno de los textos introductorios del libro.

Entre la orgía de imágenes e ilustraciones, el poeta Antonio Gómez va enriqueciendo las páginas con la belleza de unos versos –a veces como haikus– que son apuntes, esbozos leves de otra forma de mirar: «No investigues / si su presencia te conmueve, / no indagues. / Si has encontrado / aquello que acelera tus latidos / deja de buscar / y sumérgete en su vértigo». Pienso que Joubert, a quien no le gustaban los libros llenos de cháchara, las «obras charlatanas», hubiera disfrutado con este libro sobre la antigua Emérita Augusta.

Mérida es una ciudad que son muchas ciudades. De alguna manera, lo señalan todos los que firman, incluido Mosquera Müller, los breves textos que sirven de presentación al volumen: Francisco García Peña, Ángel Calle, Chema Álvarez Martínez, Miguel Alba y Pedro Mateos Cruz. Tal vez por ello la aportación de Enrique Flores (ilustrador y también emeritense que lleva años demostrando su talento en ‘El País’) es el contrapunto ideal para las fotografías de Ceferino López y los poemas de Antonio Gómez. Al repasar las más de trescientas páginas del libro percibo que las ilustraciones de Enrique Flores están iluminadas no solamente por el pasado sino por la actualidad, por el barullo y la algarabía de la gente en la calle, en las terrazas…

En fin, que estaba en Cáceres y he viajado hasta Mérida con el libro. Desde este momento me basta con abrirlo para volver allí.

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Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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