Es obra de un artista famoso y aunque muchos lo desconocen, Cáceres cuenta con un monumento a la Paz y a la Concordia que fue inaugurado en julio de 2005 –con José María Saponi de alcalde– en la avenida de las Delicias, junto al residencial Infanta Isabel, cerca de donde fueron fusilados durante la Guerra Civil el alcalde socialista cacereño Antonio Canales y otras doscientas personas. El monumento, constituido por una escultura de metal con formas geométricas sobre base de granito, era una manera de recuperar la memoria histórica de ese lugar pero sin el lastre del rencor; al contrario, se ha convertido en un símbolo que pone fin a la leyenda del lugar y apuesta por la concordia, la paz y el futuro.
El autor de esa obra es uno de los creadores españoles de más prestigio del arte conceptual, Nacho Criado, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2008 y Premio Nacional de Artes Plásticas en 2009. Quince años antes de su muerte, que se produjo en abril de 2010, cuando el artista andaluz tenía 63 años de edad, Nacho Criado dirigió un taller de arte actual en la Fundación Guayasamín de Cáceres, hasta donde había llegado por su amistad con el escritor, editor y entonces responsable de la Sala El Brocense de la Diputación Provincial, Julián Rodríguez.
Otro extremeño, Fernando Castro Flórez, se encargó de subrayar durante la presentación pública del taller el valor de la obra de Nacho Criado, un artista, dijo, que «supo superar la banalidad» y que por aquellas fechas, finales de 1995, ya había estado presente en la Bienal de Venecia o en dos ocasiones con obras fundamentales en el Palacio de Cristal del Retiro madrileño.
Recuerdo que Nacho Criado reflexionó acerca del papel del artista, al que definió como «un nómada de lujo» y sostuvo que lo primordial es generar ideas. «El arte procede de la intuición y de la imaginación, pero tambien de la razón». Su punto de partida es preguntarse qué puede hacer un artista en esta época y a partir de ahí buscar una idea. «Lo que es importante», dijo entonces, «es localizar una idea, acotarla y buscar un depósito físico, para que esa idea tenga un comportamiento real, pero hay que buscarla con tranquilidad, con relax, no de una manera compulsiva».
Acaso porque aquellas reflexiones fueran demasiado abstractas o porque el prestigioso artista conceptual intuyera que no eran comprendidas en toda su profundidad por los periodistas que le estaban escuchando, puso algún ejemplo de sus métodos de trabajo para explicarse mejor. Nos enteramos entonces que varias de sus obras eran viejas maderas que había enterrado un tiempo en un cultivo de termes. El proceso de creación artística que había seguido lo resumió sin abstracciones, de forma sencilla: «La idea la he puesto yo, las termitas han colaborado».
Yo creía que el arte conceptual, por el que siento admiración, abarcaba un ámbito de actividad ajeno a la vida laboral de las personas. Compruebo que es una idea fallida. El Gobierno, forzado por los mercados, ¡oh, dioses, yo os saludo!, ha decidido que los trabajadores a partir de ahora deberán permanecer un mínimo de 38,5 años en el hormiguero para después ser liberados y gozar el júbilo de haber sobrevivido. Qué artistas.