Como bien saben los predicadores y los verdugos, las armas y las palabras no son buenas o malas en sí mismas, dependen del uso que se haga de ellas. Alguien puede desenvainar unas palabras del cinto del humor y la ironía, bienintecionadamente, o extraerlas del pozo del odio y el rencor. Pero resulta inimaginable que […]