>

Blogs

Un mosaico romano en la basura

Si como decía Sartre «el hombre es una pasión inútil», en España ramificamos ese sentimiento con pasiones tan inútiles como el pesimismo, la animosidad irracional o el desprecio al semejante. Hasta en la poesía nos puede el lado trágico. Desde el «Miré los muros de la patria mía…» de Quevedo hasta «En un viejo país ineficiente / algo así como España entre dos guerras…» de Jaime Gil de Biedma, nos recorre el descreimiento y la pesadumbre. O ambos a la vez.
El pesimismo, tan fructífero en la literatura, no lo es en cambio en la vida diaria. Los neurólogos le reconocen al optimismo una primogenitura que solo es peligrosa en manos de economistas y políticos. Es decir, la ciencia recomienda las concepciones optimistas para todas las actividades del hombre, salvo las relacionadas de cerca con la gestión de economistas y políticos, pues en tales casos dejarse llevar por el optimismo sin base más que estimulante puede resultar suicida. (Los críticos a José Luis Rodríguez Zapatero y quienes pensaban que nunca iba a estallar la burbuja inmobiliaria entenderán bien este razonamiento).
En realidad, la existencia del hombre, esa pasión inútil, que decía Sartre, es una lucha contra la propia adversidad de la vida. Un batallar que se remonta a la noche de los tiempos. El hombre ha tratado de evitar la intemperie y ha procurado abrigarse física, intelectual, médicamente… desde Altamira hasta el sueño de la Odisea en el espacio.    En ese sentido podría decirse que el progreso solo consiste en ir ganándole terreno a la intemperie en todas sus variables, desde lo arquitectónico a lo social, desde lo  sanitario a lo cultural, desde lo físico a lo espiritual… El progreso se traduce en regulaciones, en establecimiento de normas, de pautas, de leyes, que son los muros, los cimientos, las paredes de la gran ‘construcción’ que nos protege contra las inclemencias de todas las  ‘intemperies’.
El mundo avanza porque todo se regula. ¿Todo? Bueno, no. Hay casillas donde no rige ese principio: la economía. Hay economistas que creen que los mercados se regulan solos y que es mejor dejarles mano libre porque si no asoma el espantajo del ‘comunismo’, de las colectivizaciones y demás prácticas perversas… (Dos pasos adelante y uno atrás. Ahora me parece que estamos en la fase de unos cuantos pasos atrás).
«Y sin embargo, se mueve», que decía Galileo. El mundo avanza. Y cualquier tiempo pasado (casi siempre) fue peor. El otro día, mientras buscaba unos datos en la hemeroteca de HOY me encontré con esta noticia, firmada por mí, que abría las páginas de Región del 23 de julio de 1986.
Titular: ‘Un mosaico romano de 30 metros cuadrados, arrojado a la basura’. Antetítulo: ‘Estaba depositado en el Ayuntamiento de Monroy y había sido restaurado en el Museo de Cáceres’. Es verdad que no se puede bajar la guardia, que sigue habiendo expolios, destrozos, insensibilidad, pero a otro nivel. Perdón por la auto cita: «Esa obra [el mosaico] se echó a perder en unos minutos por la irresponsabilidad de un culpable que no tiene cara pero sí tiene nombre: la ignorancia». Creo que de entonces para acá le hemos ganado terreno a la intemperie.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


marzo 2012
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031