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El mensaje a García

Uno de los artículos periodísticos más famoso del mundo y con una difusión millonaria durante la vida de su autor se titula ‘Un mensaje a García’. Publicado en marzo de 1899 en una pequeña revista norteamericana, rápidamente fue reeditado como folleto y distribuido gratuitamente por la compañía del ferrocarril y por otras empresas o instituciones –incluidos los ejércitos ruso y japonés– que lo tradujeron a prácticamente todos los idiomas de la tierra y multiplicaron su difusión por cifras millonarias.
Escrito apresuradamente en una noche, según su autor, Elbert Hubbard, ‘Un mensaje a García’ parte de un hecho real. Durante la guerra de Estados Unidos con España, el presidente MacKinley necesita ponerse en contacto con un rebelde cubano, el tal García, que se encuentra en un lugar indeterminado de la sierra. Encarga esa misión a un militar, Rowan, quien sin hacer preguntas estúpidas se limita a guardar la carta en una bolsa impermeable. Cuatro días después desembarca de noche en Cuba, se adentra en la manigua y al cabo de tres semanas sale por la otra parte de la isla tras cruzar a pie un país hostil y haber entregado el mensaje al general García.
La pincelada histórica le sirve al autor del pequeño ensayo para reflexionar acerca de cuáles son las diferencias entre la actitud de muchos trabajadores que cualquiera puede encontrar a su alrededor y la de ‘héroes’ como Rowan, esos que actúan con diligencia y cumplen su misión aunque entrañe las dificultades propias de las tareas que no son rutinarias, que exigen decisión, presteza y sobre todo voluntad de llevarlas a cabo. El trabajo bien hecho.
‘Un mensaje a García’ se convirtió en un pequeño ensayo de éxito arrollador porque retrataba con ingenio y sencillez situaciones que se reproducen a diario en los centros de trabajo y cuál es la mentalidad que separa algunas veces al patrón del empleado. O mejor, a los buenos empleadores de los malos empleados. A esos trabajadores remolones que ante un encargo se ponen a formular preguntas capciosas o tan desganadas que le entregarán ganas de decirle: «Está bien, déjelo» y se levantará y lo hará él mismo. Un artículo por el que desfilan  «los eternos disgustados o perezosos» y esos otros que, aun con «aptitudes verdaderamente brillantes» para manejar su propio negocio, abrigan siempre la sospecha de que su patrón lo único que pretende es oprimirles y por tanto «si se le diera un mensaje para que lo llevara a García es probable que  le contestara: ‘Llévelo usted mismo’».
Es verdad que ‘Un mensaje a García’ triunfó y fue difundido a través de tiradas millonarias en un mundo al que empezaba a asustar el fantasma de la lucha de clases y la expansión imparable de ciertas ideas socialistas, comunistas y anarquistas. De ahí que su autor pusiera en duda que en la pobreza haya excelencia y virtud ‘per se’, o que todos los patronos fueran a su vez hábiles y tiranos. Sería cruel e injusto preguntar a cinco millones de parados, víctimas de una crisis que se ha gestado en otras esferas, pero entre los millones que sí tienen empleo, cabe perfectamente la pregunta: ¿Usted llevaría el mensaje a García?

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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