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Del yin y del yang

EN España la verdadera identidad no hay que buscarla en el DNI sino en el yin y yang que personifican el juego del Barça –mucho tiqui taca y mucha posesión– y el juego del Real Madrid –contragolpes vertiginosos y no más dios que la portería–. En un país como el nuestro, donde había que ser de Joselito o de Belmonte, de creer en Dios o en la Lotería, hasta un genio como Luis García Berlanga sucumbió a la inevitable dualidad y le dedicó una serie televisiva al fenómeno: ‘Villarriba y Villabajo’. La añeja metáfora de los rojos y los azules. Sin tiros, por fortuna.
Dentro de las actividades de la Feria del Libro de Cáceres, el diario HOY organiza desde hace cinco años un ‘Taller de escritura periodística’ dirigido a estudiantes de Secundaria. Una compañera del periódico, María Fernández, les explica algunas nociones básicas sobre el periodismo, las noticias, las distintas secciones de un diario y entre todos elaboran una portada que al final se llevan impresa a color, como prueba y diploma de su participación en el taller. Cuenta María que ahí es donde se ve a las claras que a nuestros jóvenes (chavales de entre 15 y 16 años) los dos equipos que les atraen de forma mayoritaria son el Real Madrid y el Barcelona. ¿Los temas políticos? Ni de bromas. En el universo de los asuntos que les interesan después del fútbol, las fiestas locales: San Jorge, el Womad. Hasta ahí el yin y el yang.
Me parece que en otros ámbitos se da la misma división. Media España cree que el juez Silva no tiene razón en algunos de sus comportamientos y la otra media está convencida de que es insoportable el hecho de que en un escándalo tan descomunal y de repercusiones de tan alto contenido humano y económico como el de las preferentes, sea el juez que procesó a Blesa el primero al que van a remover del tablero de juego, mientras que el autor intelectual del estropicio sigue tan ricamente… Me parece que ante personajes así la mitad de los españoles permanecen estupefactos y la otra mitad lamentando el funcionamiento de nuestra justicia.
La dualidad persiste asimismo entre quienes creen que habrá remedio a corto plazo para la corrupción que arruina la vida política del país y quienes están convencidos de que se trata de una maldición con la que hay que aprender a convivir, como el que acaba aceptando la inevitabilidad de la gripe o del paso del tiempo. Y persiste entre quienes creen (ahora que ‘toca’ la declaración de la renta) que no tributan igual los limitados a una nómina y sometidos al microscopio de Hacienda que quienes disponen de opciones de ingeniería financiera y fiscal con paradisíacos resultados.
En fin, no quisiera uno ponerse estupendo, como el personaje de ‘Luces de Bohemia’, pero me parece que aquí resulta aconsejable recordar a Hegel: «El Estado es la realización de una idea moral». Y recordárselo de manera especial a todos aquellos que aprovechando las múltiples galerías, subterfugios y mamandurrias del Estado llevan camino de reducirlo no a una idea moral, sino a un pedregal inhóspito. A un erial baldío donde sólo brilla al fondo el faro del fútbol. El consuelo de los goles y del tiqui taca.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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