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La selección y Max Aub

Se dice que todos los españoles llevamos dentro un seleccionador nacional de fútbol y un tertuliano en potencia, pero yo creo que lo que llevamos en realidad es a un sociólogo de barra de bar y a un crítico deportivo. Bueno, y estos días junto al seleccionador nacional no nos vendría nada mal un psicoterapeuta que nos salve de la melancolía y del derrotismo. Desde los medios de comunicación se está realizando una formidable labor en ese sentido, extendiendo el bálsamo argumental sobre la devastación de la derrota en el Mundial. Paños de lágrimas masivos.
El mantra que proponen es doblemente sencillo: hay que estar agradecidos porque antes de contar con la selección nacional de los Iniesta, Xavi, Casillas, etcétera, siempre vivimos en el infierno futbolístico, y hay que estar agradecidos porque lo que nos han dado –dos Eurocopas, un Mundial, etcétera–, es posible que no vuelva a conquistarlo ninguna otra selección en la historia.
A mí me parecen argumentos de peso y bastante razonables. Ocurre que pasar de pobre a rico es fácil, pero transitar en sentido contrario resulta cuanto menos fatigoso… O como resumiría un italiano: «La guerra es bella pero incómoda».
Así que cuando se olvide la terapia colectiva contra el desengaño, no faltará quien considere que en dichas sesiones lo único que nos han suministrado es un placebo y que lo que se precisa con urgencia son medidas eficaces, renovadoras, contundentes, no consuelo de carácter retroactivo porque nadie hasta ahora había disfrutado de un paraíso de títulos similar. Que no vale con decir, virgencita que me quede como estoy, sino emprender cambios en profundidad para que jamás pueda llegarse a un mundial con las limitaciones físicas y emocionales con que viajó la selección española a Brasil 2014.
Es verdad que todos debemos estar agradecidos a esta selección por sus seis años de triunfos extraordinarios. Y creo que la mayoría de la gente que conoce la trayectoria deportiva de las últimas décadas mira con afecto y gratitud al conjunto de los jugadores; otra cosa es cómo se recordará la forma en que hemos sido eliminados: ¡qué manera de perder! Tras la somanta de Holanda y de Chile no se me va de la cabeza aquello que decía Max Aub y que nos retrata tan sutilmente: «Al español no le importa tanto ganar o perder sino quedar como Dios».
A los españoles no nos importa perder como lo hicieron los habitantes de Numancia o como los Tercios en Rocroi. Pero llevamos mal las derrotas que no reportan ganancia ni honra, por decirlo con énfasis grandilocuente… Es decir, no importa perder si quedas como Dios. Y en eso creo que también nuestra sociedad ha avanzado en los últimos tiempos. Avanzado para mejor, quiero decir. No me imagino a los aficionados españoles conformándose con pasar de fase a cualquier precio, ni creo que se conformarían ganando un título con ‘habilidades’ como la de Maradona y su famosa ‘mano de Dios’. Por eso resulta más dolorosa nuestra ‘marcha’ del Mundial del Brasil. Pero ser conscientes de ello es el primer paso para la victoria.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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