Supongo que casi todos hemos oído más de una vez el famoso axioma «las buenas noticias no son noticia». Y también el caso de un periódico que se propuso informar únicamente de noticias buenas y tuvo que cerrar al poco tiempo. Sin embargo, no es verdad. En Internet abundan los sitios web solo con informaciones ‘positivas’ que hacen de dicha selección su principal seña de identidad. Muchos periódicos en diversos países dedican considerable espacio a lo que podría denominarse ‘buenas noticias’. Me consta que los periodistas profesionales somos los primeros interesados en facilitarlas a los lectores. Dos ejemplos recientes ilustran bien lo que digo. En primer lugar, la visita al Papa del placentino Diego Neria tras la ‘reasignación de género’ que ha marcado su vida. En segundo lugar, el éxito científico del cirujano extremeño Javier Bueno Recio, natural de Villar del Rey (Badajoz) con la operación pionera en el mundo realizada en el Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona para alargar el duodeno a un niño de siete años que de esta manera comerá por vez primera en su vida de forma autónoma y no a través de una vía intravenosa. Casi un milagro.
En la noticia de Diego Neria, adelantada por HOY y con repercusión mundial, el lector descubre la culminación satisfactoria, emotiva, liberadora, a la existencia de un extremeño llena de sufrimiento y contradicciones dramáticas. Una historia de silencios, de renuncias, de ocultaciones… Digamos que en ese abrazo del Papa a quien le pregunta sencillamente si no hay en la Iglesia un lugar para él reconocemos la recompensa a la persona que sufre. El valor de la empatía. La fuerza del consuelo.
A la vista de la noticia sobre el doctor Javier Bueno, son los propios lectores los que reclaman en sus comentarios más informaciones de este cariz al tiempo que muestran el orgullo de que un extremeño formado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura consolide una trayectoria profesional y científica tan brillante. También la empatía con el que se esfuerza y triunfa. La carrera del doctor Javier Bueno Recio es un símbolo, un estímulo a la esperanza. La prueba de que el esfuerzo y el talento conducen al éxito, aunque para ello sea preciso abandonar la tierra de origen.
Ojalá pudieran darse diariamente otras muchas noticias así. Ocurre sin embargo que al periodista no le corresponde ponerse las gafas de color rosa para verlo ‘todo bonito’ o para silenciar la cruda realidad. Qué diferencia el de los dos ejemplos citados con esas informaciones en las que únicamente prima la propaganda o el interés sectario de quien las protagoniza. Por eso en estos tiempos de amarillismo sensacionalista y de miradas venales tan repetidas resulta imprescindible el criterio de un periodismo riguroso, profesional, comprometido con la verdad. De un periodismo que no eluda las ‘buenas noticias’ pero que no se dedique tampoco a maquillar mensajes de encargo o a mirar para otro lado cuando la realidad reclama alzar la voz y no renunciar a la palabra.
Claro que las buenas noticias son noticia. Y necesarias. Hoy más que nunca.