>

Blogs

Mejor reírse

Thackeray sostiene que el humor es una de las mejores prendas que se pueden vestir en sociedad. Yo estoy muy de acuerdo con él. Por eso en la historia me resultan más atractivas las miradas de los bufones, ¡ay, mi buen Yorick!, que las ocurrencias de los poderosos. Mejor la sabiduría destilada por quien tiene que sobrevivir a las arbitrariedades del tirano que la ampulosidad afectada del gobernante. Por eso en estos tiempos en que la política se adorna tanto de tramoya y afectación son mucho más elocuentes las intervenciones del caricaturista que las proclamas del caricaturizado. Por eso a la democracia le sienta tan bien el humor. Y por eso mismo los palmeros y turiferarios de cuota se rebrincan y hasta parecen bufar cuando nuestros Quevedo o Marcial o Séneca de ahora señalan la desnudez del emperador correspondiente y se ríen con desparpajo de sus necedades.
Siempre es bueno el humor. Nunca está de más. No hay asunto serio que no tenga su lado cómico, ni tema tan trascendente que no consienta unas risas. Quizás el humor sea el consuelo más certero que existe contra la grandilocuencia, la soberbia o las mentiras con que el poderoso trata de trepar en su carrera. El humorista, el bufón, el escritor satírico, el caricato… es capaz de describirnos la realidad sin maquillaje y de pintarles con sus auténticos andrajos a los personajes que se desviven por mostrar únicamente la mascarita que a ellos les interesa.
Cuando se nos quiere pintar una realidad que no se corresponde con lo que vemos, cuando se nos insiste que es de día aunque reine la oscuridad de la noche más cerrada, la opción más saludable es el humor. La risa reparadora. La seguridad de que tras la siguiente duna el desierto nos regalará un oasis. Un alto donde parar un rato y reír.
El humor es terapéutico para todos. Conviene empezar a reírse de uno mismo para no caer precisamente en la trampa de quien confunde la seriedad con la solemnidad ampulosa, el interés general con la egolatría. El que sabe reírse de uno mismo difícilmente se va a considerar el rey del mambo. El humor nos emparenta con la humildad.
En las épocas de crisis económica el humor es un analgésico y a la vez un estimulante contra la adversidad. En la España de la postguerra y de la falta de libertades sobrevivió. Aunque es verdad que fue precisa una cierta tolerancia para que Jardiel Poncela o Mihura dieran paso a ‘La Codorniz’, ‘Hermano Lobo’ y todo lo que vino después.
Los periódicos nos regalan tesoros muy sutiles de humor escrito y humor gráfico. Y de hecho es probable que nos hayan vacunado bastante más contra las argucias y supersticiones del poder –por decirlo así– las viñetas de dibujantes como El Roto o Ramón que otros textos sesudos de información o de opinión. En la literatura de habla inglesa hay una larga tradición de escritores de humor, desde Mark Twain a Evelyn Waugh, pasando por Oscar Wilde y hasta P.G. Wodehouse, Woody Allen o Gerald Durrell. Pero en español tenemos también una buena nómina, empezando por los clásicos y acabando en Augusto Monterroso. Échense unas risas y miren la vida con optimismo.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


febrero 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
232425262728