HABÍA un viejo maestro que cuando algún escolar se aturullaba y empezaba a contestar a las preguntas de forma confusa, extendía su mano izquierda con la palma abierta y dando unos pequeños toques sobre ella con la otra mano le decía: «Déjate de cuentos, y échame aquí la sustancia». La sustancia, sin circunloquios, se resume […]