Las redes sociales son pequeñas fuentes de las que a veces brota agua cristalina pero también descomunales alcantarillas que transportan todo tipo de inmundicias, una especie de doctor Jekyll y míster Hyde multiplicado y global. Cronológicamente las redes son un medio joven –tal vez en plena adolescencia– sometido a las transformaciones y crisis propias de la edad. En España existe una sensibilidad a flor de piel con cualquier aspecto relativo al terrorismo que me parece más que justificada después de sufrir durante décadas los brutales asesinatos de la ETA y el mayor atentado hasta la fecha del terrorismo islamista radical en Europa.
Por eso resultan incomprensibles y difíciles de disculpar ciertos tuits o mensajes pretendidamente humorísticos alusivos a víctimas de ETA como Irene Villa, Ortega Lara, Miguel Ángel Blanco o hace pocos días tras la muerte de Bimba Bosé a causa de un cáncer de mama. Infamia sin humor.
¿A qué viene este largo preámbulo?, te preguntarás, mi buen Yorick. Pues a que ayer asistimos al penúltimo episodio de este sarampión de ‘excesos’ que solo deriva en malestar, ofensas gratuitas, gasto público y más trabajo para los jueces.
Me estoy refiriendo al caso de Cassandra Vera, la tuitera de Murcia que hizo chistes sobre Carrero Blanco y que fue juzgada ayer en la Audiencia Nacional, acusada de un delito de humillación a las víctimas del terrorismo por el que se le pedía dos años y medio de prisión, ocho años y seis meses de inhabilitación absoluta así como tres años de libertad vigilada. Durante el juicio el fiscal rebajó la petición de pena a un año de prisión, por lo que en caso de ser condenada no ingresará en la cárcel. Según ella, «un chiste no es enaltecimiento del terrorismo» y comentarios similares a los que ella hizo sobre el atentado a Carrero Blanco se vienen haciendo en España desde hace décadas.
En el otro extremo argumental: la posición de la Fiscalía General del Estado, que no consideró delito alguno las declaraciones del portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, cuando aludiendo a las víctimas del franquismo dijo que «esto de estar todos los días con los muertos para arriba y para abajo» es «el entretenimiento de algunos».
Cada procedimiento es único y la justicia no equivale a barajar fichas cuadriculadas. Pero con el horizonte europeo y mundial de casos de terrorismo de verdad graves, me parece un dispendio dedicar tiempo, dinero y esfuerzo a episodios menores como el de la tuitera murciana, que alimenta encima asimetrías poco estéticas respecto al rigor de los tribunales.
Soy el primer convencido de que las redes sociales tienen que limpiarse para que no se difundan impunemente excesos verbales como los sufridos por las víctimas de ETA o Bimba Bosé. Sin embargo, con la tarea pendiente en el ámbito de la corrupción política o la lucha contra el fraude fiscal, entretenerse en tal menudeo es depurar sólo un cubito del mar de basura que fluye por las redes. Lo prioritario es sanear el conjunto de la finca, no solo limpiar los establos.