Si la economía es, como demuestra la experiencia, un estado de ánimo, la política es un estupefaciente; es decir, esa sustancia que nos altera los sentidos, provoca efectos sedantes o sensación de euforia y puede generar dependencia o adicción. Pero mientras las previsiones en materia económica constituyen un híbrido entre lo objetivo y lo azaroso, […]