>

Blogs

El progreso y el mensaje

Cuando yo era niño me conmovía la historia de una mujer soltera y entrada en años que se ganaba la vida yendo a las casas de algunas familias a coser como modista. Solía sentarse a la mesa junto con el resto de la familia, pues vivía sola y la manutención formaba parte del pago acordado. A mí no me impresionaban aquellas circunstancias en concreto, sino la costumbre de guardarse a escondidas algo de comida, creyendo que no la observaba nadie, para abastecer su despensa, que todos imaginaban vacía, exhausta. Por su parte, la dueña de la casa le preparaba bolsas con alimentos, fruta y dulces y se los dejaba, también a escondidas, entre las cosas que se llevaba al terminar su jornada de trabajo. Ella jamás hizo el mínimo comentario respecto a la bolsa que se ‘encontraba’ diariamente al volver a casa, y nadie de aquella familia, asimismo, dejó de hacer la vista gorda ante su hábito de guardarse comida al descuido en los bolsillos. Pobreza y pudor.

Muchas veces me he preguntado qué sería de aquella mujer. ¿Murió acaso en soledad por no subrayar sus penurias, por ocultar una existencia de estrecheces y privaciones? ¿Encontró otras manos amigas como las de aquella familia que –siempre con discreción– le ahuyentaron los agobios de la desdicha?

Yo creo que durante siglos imperó la norma del viejo proverbio: «El que mendiga en silencio, muere de hambre en silencio». Es decir, el mendigo debía ‘teatralizar’, hacer una ‘representación’ de su propia pobreza para obtener recompensa. Basta pensar en los personajes de la novela picaresca o en la literatura de los realistas y naturalistas europeos, de Balzac a Zola o de Dickens a Dostoievski y Galdós. Para mí uno de los iconos más conmovedores sobre la pobreza es la famosa fotografía ‘Mendigo ante la puerta del restaurante Lhardy de Madrid’ que hizo Hermes Pato en 1940, donde se ve a un hombre aterido de frío, con el rostro demacrado y medio cubierto por una manta bajo la que se cobijan dos niños y una chica con alpargatas. La viva imagen del desvalimiento y la miseria. No es preciso cartel explicativo. Ellos son el mensaje.

Desde hace unos años, sin embargo, en cualquier sociedad desarrollada resulta inadmisible la presencia pública de la muerte y de la pobreza. Es más, probablemente una de las características que hacen que una sociedad se considere ‘desarrollada’ es su capacidad para garantizar la ‘asepsia’ total respecto a las imágenes de muertos y de pobres. Se ha impuesto una especie de pudor colectivo por el cual resulta intolerable, políticamente incorrecto, que los informativos le amarguen la sobremesa con escenas de personas fallecidas o en situación de pobreza extrema. Si acaso, hileras de féretros, colas de refugiados, parados anónimos y solicitantes de empleo. A ser posible a distancia y con rostros irreconocibles. Lo que no se ve, no existe. Pero sí existe.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


junio 2020
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930