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Diego Bardón

El viernes estuve desayunando en Badajoz con Diego Bardón, que suele compartir tertulia en esa ciudad con Antonio Barquilla y otros amigos. Creo que llevaba sin verle desde el año 2009, cuando le entrevisté en HOY para mi sección Zona de Paso. Pero está igual: enjuto, sonriente y perspicaz. Bardón en carne y hueso. Ha cambiado su abrigo Loden (en Cáceres hacía frío aquel mes de febrero) por una camisa a cuadros y una faja negra que acentúa su delgadez. Todo fibra y con deportivas azules, es capaz de tocar el suelo con las palmas de la mano sin doblar las rodillas. En la terraza despierta expectación al hablar, y cuando Paco Zambrano, Villafaina, Barquilla o yo mismo le preguntamos por algún detalle de hace tiempo, por alguna anécdota, quienes están alrededor alzan la vista y prestan atención igual que si escucharan al oráculo.

Aquella amplia entrevista arrancaba (perdón por la autocita) con estas palabras: «Ha hecho de su vida una obra de arte. Y una aventura con ribetes novelescos. Si en Extremadura se escribe algún día la historia de los ‘nuevos heterodoxos’, raros, o personajes fuera de lo común, Diego Bardón ocupará más de un capítulo. Como un guerrillero de la inteligencia, lleva más de cuarenta años levantando polémicas con sus intervenciones en el mundo del arte, de los toros, del periodismo y hasta del deporte. Y sigue siendo un espíritu libre, difícil de controlar». Me parece que esos juicios se mantienen vigentes. Torero, periodista, corredor de maratón y miembro del grupo Pánico, tampoco reniega de nada de lo expresado en aquella conversación de hace once años: «No quiero dinero institucional, lo dejo para los intelectuales orgánicos». «Nunca me proyecté en nada para permanecer».

Nacido en Fuente del Maestre en 1941, Diego Bardón toreó con melena suelta, con dos muletas y una tarde hasta abandonó el ruedo a la par que el toro porque se lanzó en plancha sobre el morlaco cuando lo arrastraban las mulillas… Amigo de Fernando Arrabal, Topor y Alejandro Jodorowsky, que lo declararon ‘torero pánico’ y componente de ese movimiento artístico emparentado con el surrealismo, Bardón figura en la enciclopedia Cossío del toreo antes de convertirse en el apoderado de Luis Reina (primer diestro que lució publicidad en el traje de luces) o de ‘inventarse’ la corrida flamenca, con Camarón cantándole a Curro Romero y José Mercé a Rafael de Paula.

Antonio Barquilla, que es uno de los periodistas que mejor conocen y que viaja durante el año con Bardón para ver corridas de toros, lleva tiempo intentando convencerle

–infructuosamente– de que escriba unas memorias o que acepte una biografía. Algunos no perdemos la esperanza. Está agradable la mañana en Badajoz. Unos aficionados reconocen a Diego y le paran por la calle: «¡Maestro!». Y al dirigirse a él únicamente con esa palabra me recuerda el mismo tono reverencial con que se la decía Búfalo a Juncal.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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