Un reproche habitual a cualquier sociedad atrasada económicamente es su tendencia a la pasividad, su escaso dinamismo, su falta de iniciativas innovadoras, aunque en ocasiones el atraso no quepa atribuirlo precisamente a la desidia oficialista, sino al revés: a un exceso de proteccionismo que en vez de promover el desarrollo, lo anestesia. Cuando una sociedad […]