>

Blogs

Davos y el penalti

El periodista Antonio Barquilla escribe últimamente lo que él denomina ‘crónicas de ficción’ que nos envía por internet a un grupo de amigos. Como experimentado reportero, curtido en el afán de ‘tomarle el pulso a la calle’, las crónicas de Barquilla son como los medicamentos de amplio espectro: actúan contra muchos tipos de bacterias y resultan eficaces para el tratamiento de infinidad de infecciones; quiero decir que por sus columnas desfilan los problemas de la política nacional e internacional, el desafío del paro juvenil, el calvario de los autónomos, los estragos de la pandemia, la insensatez de algunos representantes políticos, la evasiva frivolidad de ciertos programas televisivos, el triunfo de los evasores de impuestos, la corrupción generalizada y hasta los planes de Davos. Él ha bautizado sus columnas como ‘crónicas de ficción’, pero creo que ficción funciona ahí solo como un adjetivo que sirve de burladero a Barquilla para restar solemnidad a lo que escribe, para blindarse contra el engreimiento de creerse en posesión de la verdad. De ahí también el humor, los guiños al escepticismo, la bonhomía.

A mí me gustan particularmente sus artículos porque entremezclan las cuitas del desayuno y los paseos (cuando se puede) con los amigos, porque eluden siempre los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa y, sobre todo, porque no añaden tenebrismo al de por sí inquietante panorama actual. Sin embargo, reflexionando sobre las reuniones que celebran el G-7, el club Bilderberg o los foros de Davos, Barquilla describe de una forma que empieza a preocuparme en qué consiste ‘el partido vital’ que el futuro nos reserva a los españoles: «Hasta los 60 años, juegas la primera parte; de los 60 a los 70, estás en la segunda parte del partido; de los 70 a los 80, disputas la prórroga, y a partir de los 80, cada día te tiran un penalti. Hasta que llega el gol. Y kaput». En lo relativo a dichos tramos vitales, me parece que su optimismo sale malparado, pues probablemente los 60 años de antes equivalen ahora –por lo menos– a los 80 años, de ahí que España gozara antes de la pandemia de una esperanza de vida de 85,8 años de media, la mayor del mundo, seguida de cerca por Japón, con una décima menos. Es obvio que el marcador vital no ha dejado de darnos alegrías hasta parecernos remotas aquellas palabras de Pío Baroja: «Los que conocen el corazón humano dicen que la edad más romántica, más cándida, más llena de ilusiones para el hombre son los cincuenta años».

Es verdad que Barquilla defiende la bondad de esos tramos, las doradas perspectivas entre sexagenarios y octogenarios, pero dando por hecho que son más esperanzadoras aún que las que el G-7, Davos o el club Bilderberg diseñan para los más jóvenes. A ellos, desde luego, el futuro no les sonríe; les van a lanzar los penaltis bastante antes.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


febrero 2021
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728