En la prensa y en el conjunto de los medios de comunicación uno de los debates clave ha sido determinar ¿qué es preferible, la pluralidad de puntos de vista o que cada medio refuerce a la audiencia con ‘sus’ propias opiniones, es decir, con aquello que desean leer, ver y escuchar? Es la división básica –sin entrar en matices– entre prensa libre (plural) y prensa de partido. Cualquiera que esté habituado a leer más de un periódico en España encontrará ejemplos de sobra para ilustrar la anterior clasificación.
Algunos periódicos están dando un paso adelante en esa dinámica de atender pormenorizadamente a sus lectores y les ofrecen, aprovechando las posibilidades de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías, la opción de recibir ‘newsletter’ (boletines informativos) seleccionados de acuerdo a sus intereses y preferencias políticas, culturales, deportivas, económicas… Una manera ágil, cómoda y efectiva de servirles informaciones y opiniones a la carta. Aunque en principio esa estrategia pudiera entenderse como una manera de ahondar en la ideologización y en el ‘sectarismo’ de los medios de comunicación («cada mochuelo a su olivo») me parece que es justo al revés: pues abre un abanico inmenso de posibilidades a los lectores/audiencias, no sólo porque les otorga la capacidad real de ‘elegir’ aquellos contenidos que más les interesan de cada medio, sino a la vez, la posibilidad de acceder a diversos periódicos, radios, televisiones, portales digitales… que es la mejor garantía –al menos en las sociedades democráticas avanzadas– para recibir informaciones y opiniones plurales y libres. Hablo, claro está, de medios de comunicación solventes, revestidos de profesionalidad, no de terminales robotizadas, concebidas para intoxicar con posverdades, ‘fakes’ y otros géneros de contrabando a través de las redes sociales.
En tiempos de radicalización y populismo como los de ahora, resulta imprescindible subrayar el valor de conceptos esenciales como el de la prensa libre. No hay que remontarse a Thomas Jefferson: «Si me fuera dado decidir entre un gobierno sin prensa o una prensa sin gobierno, elegiría lo último sin vacilar». La tendencia a la uniformización es un peligro permanente que resume muy bien la frase: «Todos hablan de lo mismo y dicen las mismas cosas». ¿Cómo afrontar ese déficit? ¿Cómo no ser engullidos por los intereses monopolísticos del grupo GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) y sus algoritmos implacables? Posiblemente con lectores que desarrollen el sentido crítico y opten por la pluralidad de puntos de vista; por audiencias que huyan del sectarismo como de la peste. ¿El mejor antídoto? Quizás los viejos versos de Antonio Machado: «Es de noche. Se platica / al fondo de una botica. / –Yo no sé, / don José, / cómo son los liberales / tan perros, tan inmorales. / –¡Oh, tranquilícese usté! / Pasados los carnavales, / vendrán los conservadores, / buenos administradores / de su casa. / Todo llega y todo pasa. / Nada eterno: / ni gobierno / que perdure, / ni mal que cien años dure».