Hace tiempo, cuando la galaxia Gutenberg era un concepto cargado de sentido, a ningún santón del columnismo periodístico se le ocurría glosar lo que pasaba en las televisiones. Sin embargo, eso cambió radicalmente: son los propios diarios los que dedican secciones fijas a la televisión y la crítica de programas –en especial la de series–, se ha convertido casi en otro género periodístico. Una parcela que coloniza cada vez con más generosidad no sólo las páginas de los medios impresos y digitales, sino el frondoso bosque de los blogs, las páginas webs y las redes sociales. De forma que en pocas décadas hemos pasado de mirar casi perdonándole la vida, con seca displicencia, al profesional que se veía ‘obligado’ a recurrir como tema de su columna a cualquier programa o acontecimiento televisivo, a una realidad donde la información y las opiniones sobre el universo televisivo son contenidos diarios de máximo interés.
Cualquier habitante de la galaxia digital sabe que a cierto político le gusta tanto la serie ‘Juego de Tronos’ que se la regala, en una recepción pública, al Rey de España. O que aquel actor fue devoto de ‘Los Soprano’ y ese escritor cree que la mejor serie, además de ‘The Wire’, ha sido ‘Breaking Bad’. Igual que los aficionados al fútbol disponen de miles de informaciones (y opiniones) acerca de sus equipos y de las ligas europeas y del resto del mundo, los aficionados a las series televisivas llevan años familiarizándose con las aventuras y pormenores de series como ‘Black Mirror’, ‘The Good Doctor’, ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, ‘Fariña’, ‘El ministerio del Tiempo’ o ‘Chernobyl’. Ha dejado de considerarse algo marginal, minoritario, superfluo, y recibe en consecuencia la atención que corresponde a los acontecimientos con repercusión social, económica y política.
Mi gran sorpresa en el mundo de las series es una producción turca, ‘Mujer’, que está cosechando un éxito apabullante en España y en otros muchos países en los que se exhibe. Se trata de un culebrón amasado con idéntico material que el de los viejos seriales radiofónicos o aquellas telenovelas que triunfaban hace años. En ese sentido ‘Mujer’ tiene algo del pasado y de las historias clásicas: personajes que representan caracteres bien definidos, complejos, pero sin margen para la ambigüedad. Los malos (aunque se trate de una maldad enfermiza, patológica) lo son de verdad. Y los buenos, también, a pesar de sus contradicciones, con firmeza de héroes. El drama de una historia familiar que se inicia cuando a la protagonista la abandona su madre siendo niña y luego, veinte años más tarde, se ve sometida a ese carrusel que le reserva su condición de viuda joven con dos niños pequeños en un entorno de pobreza. Historias de supervivencia que resultan verosímiles, conmovedoras e intemporales. Una ficción que nos reconcilia con el valor de lo humano mucho más que la realidad que nos rodea.