La cuarta destreza: el buen manejo del tirachinas era una condición indispensable, igual que poseer apellidos o proyectar sombra, para resultar ‘visible’ en el universo de la infancia. No quiero hablar ni de los niños futbolistas, ni de los niños cantantes precoces ni de los niños con aspiraciones a figura del toreo. Hoy de lo que quiero hablar es de los niños que ya no usan tirachinas, entre otras cosas porque matar pájaros (sean humildes gorriatos, chovas o hurracas) está prohibido. Bueno, están prohibidos hasta los tirachinas, según acabo de enterarme, tras una operación policial en el Puerto de Barcelona donde la Guardia Civil y la Agencia Tributaria intervinieron 250 tirachinas, descubiertos en una inspección rutinaria dentro de un contenedor llegado a Barcelona procedente de Ningbo (China) en un buque con bandera panameña.
Si esa noticia la hubiera leído cuando yo tenía diez o doce años de edad hubiera creído que se trataba de una inocentada. Ahora muchas de las noticias relacionadas con la infancia son más ‘tecnológicas’. Ahí van un par de ellas: «Francia quiere prohibir los móviles en las aulas», «Industria alerta de que ‘sólo’ dos de cada cien ordenadores familiares cuentan con control en Internet para menores». Debo de estar haciéndome mayor. Releo esas noticias de cabo a rabo pero no se me va de la cabeza el recuerdo del tirachinas. Que aún conservo.