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Os vais a enterar

Menos aquella cuarteta cubana: «En el fondo del barranco/ canta un negro con afán: ¡ay, quién pudiera ser blanco/ aunque fuera catalán!» en el encuentro de Alcántara se dijo de todo. Cuando digo de todo me refiero a postulados de esta índole: «los catalanes tienen dos lenguas, pero no dos bocas»; practican un victimismo rentable; el nacionalismo es monolítico y jamás da por concluida la ‘construcción de España’; los mismos periódicos que ahora presionan con un editorial conjunto a favor del Estatut, se han hecho eco de campañas manipuladas sobre la educación sexual en Extremadura; en el reparto de privilegios, los catalanes siempre han sido beneficiados por el Gobierno central; tratan de priorizar una ley orgánica como la de su estatuto de autonomía frente a otras como la LOFCA; históricamente han ‘explotado’ las materias primas procedentes de esta tierra; han presumido de «subvencionar» a los extremeños, a los que alguno de sus periodistas de prestigio se refirió como gente que cuando no sestean se dedican a gallear… En fin, un largo memorial de agravios.

Pero en el I Encuentro ‘Extremadura y Cataluña. Los extremos se tocan’, dirigido por Ignacio Sánchez Amor en colaboración con la Uex y la Fundación San Benito de Alcántara, celebrado en esa localidad los pasados días 1 y 2 de diciembre, la amplia representación extremeña (diputados de la Asamblea, empresarios, profesores, periodistas, ex consejeros, comentaristas políticos…) también tuvo que oír otras verdades del barquero que a veces pasan inadvertidas cuando no directamente ignoradas. En esa tarea, Enric Juliana, corresponsal de ‘La Vanguardia’ en Madrid y autor del libro ‘La deriva de España’ hizo gala de todo su ‘seny’ para desinflar equívocos y revisitar la cuestión (el antiguo ‘problema catalán’ sobre el que ya debatieron Azaña y Ortega y Gasset) de modo que no llegara la sangre al río. Y no llegó. Quizás porque desde el principio subrayó el importante componente emocional que tiene el Estatut para los catalanes, y a pesar de otras opiniones contundentes que restallaron bajo las bóvedas del conventual San Benito como cohetes dialécticos, difíciles de interpretar fuera de contexto: «El franquismo mató la idea de España». «La fuerza propulsiva de la transición se ha agotado». «El despegue autónomico [de España] se produjo sobre la base de un sistema de intuiciones, indefiniciones y provisionalidad». «El catalán se siente maltratado emocionalmente, humillado». Enric Juliana, –secundado a ratos por Ramón Font, presidente del Consell del Audiovisual de Catalunya– apeló a la historia, a la sociología, a la psicología, a la política, a la economía e incluso a la literatura para suscitar no un acuerdo formal, sino la impresión generalizada entre representantes de Cataluña y de Extremadura de que el diálogo, el conocimiento y la reflexión vacunan contra los tópicos y los prejuicios.

La mayoría de los extremeños le felicitaron, aunque mantuvieran sus discrepancias de fondo y sus reticencias históricas. Yo creo que el autor de ‘La deriva de España’ huyó de los dogmas, de las simplificaciones y del voluntarismo ‘buenista’ e irreal. «El país no está tan mal como parece», fue su despedida. Y a todos nos sonó más a diagnóstico que a pura cortesía.

Juan Domingo Fernández

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Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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