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Sobrellevar la vida

En el correo electrónico acabo de recibir uno de esos mensajes que normalmente te hacen sonreír y exclamar: «¡Cuánto tiempo libre tienen algunos para entretenerse!» Pero en este caso no se trata de un power point con mujeres cargando como mulas, ni con paisajes paradisiacos o amantes prodigiosos, híbridos de gimnasio y Kamasutra. Es un texto bienintencionado, de esos concebidos para reenviar en cadena, que me remite Antonio Bueno con una historia ambientada en la cotidianidad.

Resulta que un hombre mayor, de unos 80 años, llega bastante apurado a primera hora de la mañana al ambulatorio médico para que le curen una herida en el pulgar. Un sanitario que le ve mirando el reloj de forma nerviosa y continua se interesa por él y se presta a realizarle la cura. Le pregunta si tiene cita con otro médico y el anciano le dice que no, que necesita ir al geriátrico para desayunar con su esposa.

El sanitario le preguntó por la salud de ella. Él le respondió que hacía tiempo que estaba allí y que padecía de alzheimer. Le preguntó si su mujer se enfadaría si llegaba un poco tarde. Le respondió que hacía tiempo que ella no sabía quién era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo. Me sorprendió –explica el sanitario en su texto– y entonces le pregunté:

«¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted? Él sonrió, me acarició la mano y contestó: ‘Ella no sabe quién soy, pero yo aún sé quién es ella’. Se me erizó la piel, tuve que contener las lágrimas mientras se iba y pensé: ese es el tipo de amor que quiero en mi vida. El amor verdadero no es físico ni romántico. El amor verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no será. La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos solo hacen todo lo mejor que pueden. La vida no se trata de cómo sobrevivir a una tempestad, sino de cómo bailar bajo la lluvia». Hasta ahí el mensaje.

Yo no soy muy partidario de las historias que incluyen la moraleja. Creo que es mejor dedicarse a exponer los hechos y que cada cual saque sus consecuencias. Pero hoy reproduzco aquí este relato volandero de Internet porque confío plenamente en la bondad de quien me lo envía y no me parece una mala felicitación (o recomendación, como prefieran) prenavideña.

Estoy a la espera de hacerme con un libro que será como un bálsamo para el espíritu: ‘Calendario de la poesía en español 2010’, una antología con 365 poemas de más de 250 poetas, editado por Alambra Publishing y del que he tenido noticia a través del blog de Álvaro Valverde, ese escritor al que la literatura ha hecho en parte justicia dándonos acceso a su obra mientras la región relega el justo reconocimiento –como casi siempre– para la posteridad…

En la reseña promocional del libro-calendario se citan algunas frases elogiosas de Guillermo Carnero, Felipe Benítez Reyes y del propio Álvaro Valverde: «(…) Así, poco a poco, día a día, cualquiera puede acercarse a unos versos que, sin duda, le harán más llevadera la existencia, más grata o intensa la vida.» Por eso lo he encargado. Para hacer más llevadera la existencia sin que el mensaje incorpore, necesariamente, la moraleja; sin que el autor nos rinda en la mano la almendrilla de su propia reflexión.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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