Prometía la felicidad a la vuelta de la esquina. Un horizonte de esperanza poblado de brotes verdes y fraternidad bajo el paraguas del bienestar común, aunque a cambio estuviésemos obligados a contribuir con unos cuantos euros destinados a engrosar –«el que algo quiere, algo le cuesta»– cuentas y balances mucho más boyantes que las nuestras. En fin, prometió el oro y el moro.
A quienes se sentían angustiados por los problemas de la adversidad económica, por el cierre de los negocios, por los estragos del paro, sus palabras y su actitud conciliadora les parecían un bálsamo. Cuando no se posee nada o se ha perdido casi todo, uno se vuelve crédulo, confiado, y es fácil alimentar el optimismo y escuchar como música celestial lo que únicamente son conjuros de palabrista.
Ofrecía un aspecto bonachón, de Bambi sincero, incapaz de maldad. Y reservaba siempre una palabra amable, un gesto dulce para quienes se le acercaban mendigando ayuda, aguardando la luz al final del túnel. Como esos progenitores incapaces de enfrentarse a la cruda realidad, su postura consistía en sonreír, mostrar confianza y obsequiar al prójimo con una palmadita en la espalda o un guiño cómplice. Nada de reproches ni contrariar al personal. No vaya a ser que alguien se traumatice.
Hábil en la prestidigitación, fue capaz de ganar tiempo, de proseguir la ceremonia, con amaneceres renqueantes de papel cartón. Pero el resplandor que vaticinaba, la luz que decía divisar al fondo apenas eran unas pocas fogatas que apagaron las lluvias de primavera. Y en vez de escampar, siguió la tormenta.
Tras una larga temporada ausente, asoma por esta columna mi buen Yorick y me espeta:
–Te noto algo sarcástico y bastante cursi para hablar de Zapatero.
–¿Quién habla de Zapatero?, respondo.
Los hechos a que me estoy refiriendo aparecían ayer en los periódicos: «Agentes de la Policía Nacional de Badajoz detuvieron a una vidente, una mujer de nacionalidad brasileña y de 31 años, acusada de estafar a una mujer de Zaragoza 13.600 euros en efectivo y joyas valoradas en 25.000 euros mediante el ‘timo de la vidente’».
¿Cómo explicarle a mi buen Yorick, retornado de repente desde el olvido, que a mí lo que me pedía el cuerpo es hablar de otros asuntos? Por ejemplo, de la historia de ese niño, superviviente de milagro, en el accidente aéreo de Trípoli, y de lo que será su vida después del suceso; de la huelga general que los sindicatos van a proponer a los funcionarios para el próximo 2 de junio; de la apoteósica ‘respuesta’ que ha suscitado en las redes sociales el anuncio de suspensión de empleo y sueldo al periodista Paco González, de la cadena SER, un verdadero fenómeno de masas. Del día a día.
¿Pero cómo permanecer impasible ante el descubrimiento de la gran estafa? ¿Cómo pasar por alto este formidable episodio de engaños, manipulación y medias verdades?¿Cómo ignorar las habilidades de esa garduña, de esa trapaza de Monipodio que embaucó a pobres ilusos con sus cartas, sus tarots y sus dotes de videncia? No puedo callar, mi buen Yorick. Y si alguno se siente aludido y piensa en Zapatero, ya lo sabe: reclamaciones, al maestro armero.