Si parafraseamos el tópico de los antiguos ecos sociales, hay que decir que la candidatura de Cáceres a Capital Europea de la Cultura 2016 «se pone de largo» en Madrid el próximo lunes, 27 de septiembre. Aunque esa cita, la verdad, tiene más de prueba de oposiciones que de sarao social.
Desde el lejano 2003, en que fue anunciada la decisión de aspirar a la capitalidad, Cáceres ha transitado por múltiples estados anímicos. En un primer momento aquel anuncio municipal suscitó «escepticismo y frialdad» –como recordaba en este diario el entonces concejal José Diego–. Lo mismo que si nos hubieran prometido un paraíso desconocido y remoto, la idea se fue perfilando entre la ciudadanía y creo que cristalizó cuando se pasó de las palabras a los hechos, quiero decir, cuando la Junta de Extremadura a través de su entonces presidente, Rodríguez Ibarra y de su consejero de Cultura, Francisco Muñoz, promovieron la ayuda del primer millón de euros y se constituyó un Consorcio en el que participan, además del Ayuntamiento cacereño, ocho instituciones: la Junta y la Universidad de Extremadura, las Cajas de Ahorros de Extremadura y Badajoz, la Cámara de Comercio, las dos Diputaciones Provinciales extremeñas y la Fundación Academia Europea de Yuste. A partir de ahí, nada de entelequias, palabras mayores. El proyecto pasó de tener carácter local a regional. Y subieron los ánimos.
Durante la próxima semana, las 16 ciudades aspirantes a ese título, que algunos conciben como un moderno El Dorado, presentarán sus candidaturas al tribunal internacional que va a juzgarlas en el Ministerio de Cultura. Los extremeños estaremos el lunes como esos familiares que aguardan a la puerta del aula donde pasan «la encerrona» los opositores. Nervios y esperanza.
Si Cáceres 2016 supera el corte, y queda entre las cuatro o cinco capitales seleccionadas, será como haber llegado a las semifinales de un campeonato hasta ahora inédito para nosotros.
Después está previsto que un grupo de expertos visite las ciudades elegidas inicialmente y compruebe sobre el terreno las gracias y virtudes que justifican nuestras pretensiones, la «prueba práctica» de esta singular oposición. Cualquiera que espera visitas en su casa procura tenerla adecentada y mostrarse hospitalario. Pero hospitalario aquí significa algo más que obsequiar con jamón y Torta del Casar a los invitados. Y no porque la gastronomía no puntúe en esta carrera, sino porque el título de Capital Europea de la Cultura exige la evaluación de otros aspectos: dotaciones patrimoniales, infraestructuras, implicación ciudadana…
Es verdad que un gran número de extremeños confiamos, ciegamente, en que esta vez pasamos a semifinales. Y que si el 30 de septiembre no estamos en ese grupo de elegidos van a brotar los profetas del «ya de lo decía yo» igual que surgieron con los tropezones de cuando la Roja aún no era la Roja.
Propongo que en ese caso hagamos nuestras las palabras del escritor Lezama Lima cuando le preguntaron por el éxito, inesperado, de su gran novela, ‘Paradiso’: «Como soporté la indiferencia con total dignidad, ahora soporto la fama con total indiferencia». Porque nuestro principal éxito es haber llegado hasta aquí. Y seguir soñando.