Si estuviéramos en carnaval los controladores aéreos se habrían convertido en dinamita pa’ los pollos. De momento sirven de pandero para que los damnificados de su huelga encubierta podamos arrearles algún pescozón –virtual– en tanto los tribunales de justicia les ajustan las costuras. El otro día leí en Facebook una buena recomendación: que a los controladores quienes les tienen que aliviar la ansiedad y el estrés no son los médicos, sino los jueces.
Al episodio de los controladores aéreos le van la música y la letra de ‘Y en eso llegó Fidel, la canción tan conocida de Carlos Puebla: «Aquí pensaban seguir / gana ndo el ciento por ciento / con casas de apartamentos / y echar al pueblo a sufrir. / Y seguir de modo cruel / contra el pueblo conspirando / para seguirlo explotando… / y en eso llegó Fidel». En el caso de España quien llegó fue Rubalcaba, pero también mandó a parar.
En vez de confiarlo todo al viejo refrán de «donde no hay orden él solo se pone», el Gobierno reaccionó esta vez con algo de anticipación y firmeza, dos circunstancias que el ciudadano suele agradecer a los gobernantes en todo tiempo y lugar y que han hecho que se «visualice» a Rubalcaba y a dos o tres ministros más como dueños de sus decisiones, no como marionetas en manos de la improvisación y el azar. Antes malos que lelos.
Rubalcaba ha conseguido elevar la moral del PSOE y de sus seguidores y votantes. Desde esa perspectiva, me parece que el tiempo que ha estado dando la cara ante los medios de comunicación vale más que decenas de mítines, declaraciones, contradeclaraciones y bla, bla, bla de propios y opositores. Los políticos pueden ser buenos, malos o regulares, pero el ejemplo sigue siendo el método de enseñanza más popular. Un método con un solo mandamiento: no te fíes de lo que digan, sino únicamente de lo que hagan. Justo lo que ha hecho en esta ocasión el Gobierno, adoptar una decisión y llevarla a cabo. Así de sencillo. Antes muertos por equivocación que por no hacer nada. Resulta que el ciudadano-votante entiende ese lenguaje a la primera. No precisa ni ideólogos o tertulianos que se lo den mascado y listo para tomar. Al que aprende con el método del ejemplo no resulta fácil engañarle con cantos de sirena o zarandajas. Nada de retórica, esto es lo que hay. Nada de cuentos chinos.
Otra cosa es que el Gobierno de Zapatero quiera aplicarse a estas alturas de curso. El episodio de los controladores aéreos le ha servido para dejarse ver y reforzar algunas imágenes públicas (sobre todo la de Rubalcaba) pero acaso debiera dar un salto cualitativo, un paso más allá imitando el proceder de Bernie Ecclestone, el magnate de la Fórmula 1 que sufrió un atraco y a las pocas horas había rentabilizado la somanta y el robo ofreciendo a una marca de relojes la foto de su rostro amoratado como reclamo publicitario: «Vea lo que las personas harían por un Hublot» (el reloj que llevaba puesto y que le birlaron).
En la campaña de las próximas generales (no tocan hasta 2012) el cartel socialista podría ser el de Rubalcaba con unos cuantos controladores marcialmente aplicados a sus espaldas. Y por el cielo, los aviones.