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Sobre el carácter

TITULADA universitaria, ha tenido que salir al extranjero como miles de jóvenes para conquistar un futuro que España les regatea. Desde hace varios años vive y trabaja en una ciudad de Inglaterra y hasta se ha acostumbrado a conducir por la izquierda y a disfrutar de esas costumbres tan civilizadas y ‘british’ que vemos en las comedias de Hugh Grant. Su hermano fue anteayer a pasar unos días de vacaciones con ella y a disfrutar de la arquitectura del Reino Unido y de un puñado de lugares monumentales de Gran Bretaña. Volaba de Madrid a Londres y cuando el avión estaba próximo a aterrizar, ella recibe el ‘whatsap’ de una amiga que había cogido, precisamente, el mismo vuelo. La amiga le pregunta detalles acerca de su hermano para ir juntos (tenía el coche en el estacionamiento del aeropuerto) hasta la ciudad de destino. Les parece bien la idea. Para facilitarle la búsqueda envía por móvil una foto de su hermano. Y ahí ves a la amiga recorriendo el pasillo del avión y tratando de identificar entre los pasajeros el rostro de ese veinteañero que le sonríe desde la pantalla del smartphone. Avanza en el escrutinio. Duda entre dos jóvenes de similar aspecto físico. Pero enseguida cae en la cuenta de un detalle que le parece revelador: uno de los dos pasajeros ha desplegado sobre su tablet las páginas del periódico del día… en papel. «Otro lector, como su hermana», piensa para sí y animada por la intuición deductiva se lanza a preguntar abiertamente: «¿Eres…?».
La historia, real como la vida misma, sirve para constatar que están cambiando los tiempos. Se acabó lo de la flor en la solapa, el sombrero de tal color o la chaqueta equis para que nos identifique un desconocido. Vale una simple imagen de instagram o de whatsapp, conectarse a skipe, colgar en el muro de facebook o de twitter la foto correspondiente y asunto resuelto.
En realidad eso es lo que hacemos, aunque sea involuntariamente, al facilitarles información personal a las grandes compañías que explotan la minería de datos, a los servicios de espionaje y a las agencias nacionales de seguridad. Pero yo no quiero hablar hoy de estos asuntos que han puesto de actualidad el caso Wikileaks y los recientes episodios desvelados por el exagente de la CIA Edward Snowden. Quien no sepa que está siendo ‘espiado’  –sobre todo con intencionalidad comercial– a través de Internet y de los teléfonos inteligentes es porque no quiere enterarse o le importa un pepino.
De la historia del joven identificado en el avión lo que me interesa no es la parte de las nuevas tecnologías, ni el canto entusiasta por el progreso de las comunicaciones. Lo que me conmueve es la perspicacia de la joven pasajera que antes de fiarse de la prueba irrebatible que representa una fotografía prefiere dejarse guiar por la intución (que no es otra cosa que inteligencia acelerada) para dirimir cuál de los dos jóvenes es el que buscaba. Y la clave para su deducción la obtiene en un hecho en apariencia trivial: cree que ese joven tiene, como su hermana y amiga, el carácter propio de quienes aman la cultura. Y acierta. Para que luego digan que el  periódico en papel no sirve para nada.

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Juan Domingo Fernández

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Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


julio 2013
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