>

Blogs

De la identidad

Decía el escritor Seumas MacManus que hay tres cosas con las que conviene ser muy precavido: el casco de un caballo, el cuerno de un toro y la sonrisa de un inglés. Supongo que la tercera de las prevenciones venía marcada por su condición de irlandés de nacimiento. ¿Quién mejor que un irlandés para saber cómo se las gastan los ingleses? Si yo tuviera que parafrasear el consejo de MacManus mantendría, por supuesto, los dos primeros postulados pero introduciría un tercero distinto: líbreme Dios del nacionalismo pelmazo, y utilizo ese adjetivo porque fue el que usó Rafael Sánchez Ferlosio en una magnífica entrevista que le hizo César Coca.
En respuesta a una pregunta sobre el futuro de España y el riesgo de disgregarse, el autor de ‘El Jarama’ y ‘Sobre la guerra’ se lamentaba de que «los catalanes son unos pelmazos insoportables» y añadía: «Ellos se ensalzan mucho. Creo que el esfuerzo de los catalanes por ser eso, catalanes, es excesivo. La identidad hoy es una palabra vacía. Quizá en el siglo XIX tuviese algún sentido, pero hoy, que está todo mezclado, es ridículo hablar de identidad» (…) «hoy solo hay identidad individual». Yo desearía fervientemente que la afirmación de Sánchez Ferlosio fuera cierta del todo, pero creo que expresa un deseo más que una realidad. Basta con mirar los movimientos de fronteras que ha registrado el mapa de Europa en el último siglo para sacudirnos el optimismo…
Si en el conflicto nacionalista incluimos a Israel y a Palestina (o de forma más precisa, a cierto radicalismo judío contra cierto radicalismo árabe), la actualidad se desentiende de cualquier esperanza. Imagino al Ferlosio de turno proclamando cual profeta en mitad del desierto a quien quiera oírle: «Hoy solo hay identidad individual», y no dura ni un suspiro, le lloverían las pedradas de un bando y las balas del otro. Así llevan años…
Cuánto me gustaría que la formulación de Sánchez Ferlosio acabase convertida en verdad incontrovertible. Que el ciudadano del futuro fuera descrito a los niños en las escuelas como una persona perteneciente a una sociedad global, única en su diversidad, pero no como un eslabón ‘territorial’. Entre otras cosas porque ni ahora ni el futuro cercano puede garantizarse la ‘vinculación’ permanente de una sociedad a un territorio. Y quien lo dude, que reflexione unos segundos acerca de las grandes migraciones que se aproximan y –desde una perspectiva más doméstica– que reflexione acerca de la movilidad laboral y geográfica a que están condenadas las últimas generaciones de jóvenes, y no me refiero solo a los jóvenes de la Vieja Europa o del llamado Primer Mundo, sino de todos los continentes.
«Donde no hay orden, él solo se pone», recuerdo que decía un viejo profesor en clase cuando intentaba hacernos comprender la entropía y el segundo principio de la termodinámica. El nacionalismo forma parte del proceso y supongo que potencia la deriva hacia el caos. Creo que es una especie de sarampión o enfermedad de las etapas de crecimiento, una fase que no podemos eludir. ¿Qué hacer? Mirar hacia adelante y esperar a que escampe.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


julio 2014
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031