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Para reír o llorar

La prueba de que el anuncio de la Lotería es un auténtico pelotazo es que nos hace llorar incluso antes de que compremos el décimo. Llorar después del sorteo debe de ser relativamente habitual –más por desilusión que por la alegría del Gordo, supongo– pero hay que reconocer el talento a los publicitarios que han concebido este cuento de Navidad en un país al que le sobran motivos reales para el llanto sin el estímulo de los emotivos pucheros de una historia de ficción…
Dios aprieta pero no suelta. El supermercado de la realidad está bien surtido y pueden comprarse historias de todo tipo. Los de la botella medio llena tienen la oportunidad de vacunarse contra la melancolía. Les basta disfrutar con la hazaña espacial de la misión Rosetta, capaz de situar después de diez años de viaje la nave europea Philae sobre un cometa que se encuentra ya a 500 millones de kilómetros de la Tierra y se desplaza a una velocidad de 55000 kilómetros por hora. Un hito de la investigación europea bastante más complejo que encontrar una aguja en un pajar. Ese tipo de misiones que le reconcilian a uno con la ciencia y el verdadero progreso de la humanidad.
Quienes ven la botella medio vacía repararán sin embargo en el panorama político nacional. ¿Cómo obviar la situación de Cataluña, donde la pura sentimentalidad es capaz de arrinconar a la razón? ¿Cómo es posible que una comunidad que siempre ha gozado de los mayores privilegios y beneficios económicos, culturales, sociales de su entorno pueda caer en la ‘superstición’ de una arcadia que nunca existió? ¿Qué tipo de ‘deslumbramiento’ ha alimentado durante las últimas décadas cierta clase dirigente del nacionalismo catalán para conseguir que la ensoñación de la independencia se conciba incluso por gente de buena voluntad como una salida plausible y además ‘justa’?
A quienes ven la botella medio vacía tampoco les pasará por alto la turbia atmósfera que expanden la corrupción y los escándalos políticos. El albañal apesta. Con el agravante de que el juicio e incluso el tratamiento informativo se hace bastantes veces desde el apriorismo y los posicionamientos interesados. ¡Qué tiempos aquellos en que a un lector, a un espectador o a un oyente les costaba identificar la ideología de quien escribía o hablaba a través de la televisión y de la radio! Y no me refiero a quien expresa libremente con inteligencia, corrección y sinceridad su pensamiento –sea del signo que sea–, sino a quienes anteponen los intereses sectarios o partidistas al deber de ecuanimidad y veracidad; a quienes dimiten de hacer información en favor de la pura y simple propaganda. El género defectuoso.
Respecto al panorama general –para los optimistas, renqueante en lo macroeconómico y para los pesimistas, pavoroso en lo personal– el dato estremecedor lo facilitó ayer Cruz Roja al desvelar que 800.000 personas sufren pobreza sanitaria en España. Es lo que hay. Con humor se podría parafrasear a ‘Amanece que no es poco’: «Ministro, todos somos contingentes pero tú eres necesario». ¿Sin humor? Siempre nos quedará la Lotería de Navidad.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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