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De Zurbarán a Picasso

Hace pocos días visité en Madrid la exposición ‘Zurbarán, una nueva mirada’ que acoge el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 13 de septiembre. Al margen de ciertas ausencias clamorosas (como las subrayadas en HOY esta misma semana por el periodista José Julián Barriga respecto a los ‘Zurbaranes’ de Guadalupe) la muestra del Thyssen regala a los españoles sin embargo obras maestras de difícil contemplación en nuestro país, entre ellas ese ‘San Francisco en éxtasis’ que ha cedido la National Gallery londinense. Solo por ese cuadro ya estaría justificada una antológica del pintor extremeño. Por motivos que no vienen al caso, ese lienzo tiene para mí una especial significación y me costó, valga la anécdota, ruborizarme ante un vigilante de la National Gallery por no respetar la prohibición de que me fotografiaran junto a él. ¿Pero cómo explicarle a aquel buen hombre celoso de su trabajo, que lo que yo estaba haciendo no era fotografiarme ante un cuadro de un museo inglés sino algo más trascendente: ‘inmortalizarme’ ante la obra de arte de un paisano extremeño que sigue conmoviendo con su genio y espiritualidad?
Del mismo modo que Marcel Proust a través de sus personajes (‘Por el camino de Swann’) muestra el deslumbramiento que le produjo contemplar el famoso cuadro de Vermeer ‘Vista de Delft’, a mí me produjo una mezcla de placer y desasosiego contemplar en Londres ese ‘San Francisco en éxtasis’ que Zurbarán pintó hacia 1635 y que constituye quizás una de las cumbres, por su teatralidad y dramatismo, del barroco español. Al igual que en el Louvre las manadas de turistas se embelesan haciéndose fotos (¿ahora selfies?) con la ‘Gioconda’ sin reparar apenas en otras obras maestras, yo pensaba que en la National Gallery nadie me iba a llamar la atención por que me retrataran frente al cuadro de Zurbarán cuando la mayoría de los visitantes prefería arremolinarse ante la carnalidad de ‘La Venus del espejo’ de Velázquez o de la ‘Mujer tocando un clavicordio’, del mismo Vermeer… Pero como en el chiste del león sordo, a mí debió de tocarme el vigilante más celoso de su trabajo.
Además de los cuadros de Zurbarán, Madrid atesora hasta el 14 de septiembre otra exposición en el Museo del Prado también muy recomendable: 10 obras de Pablo Picasso procedentes de las colecciones del Museo Kunstmuseum de Basilea, cedidas mientras se reforman las salas de ese museo suizo. Menudo placer recorrer la galería central del Prado y comprobar con qué naturalidad se alternan y dialogan cuadros que Picasso pintó entre 1906 y 1967 con las grandes obras de Rubens, Tiziano, Velázquez, Tintoretto, el Greco o Goya. Obras que revelan la evolución de un clásico contemporáneo poliédrico y capaz de fagocitar la historia completa del arte universal. Quien decida visitar el Museo del Prado podrá disfrutar de piezas tan conocidas como ‘Arlequín sentado o El pintor Jacinto Salvadó’, de 1923 o el deslumbrante ‘Muchachas a la orilla del Sena, según Courbet’, de 1950. Admirar obras de arte no solo sirve para conmover el corazón de los hombres, si es en museos estos días vale incluso para luchar contra el calor.

Juan Domingo Fernández

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Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


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